"¿Qué es la Ilustración?, Kant - Filosofía Social y política - ROSAS"
- cecsprensa
- 18 nov 2014
- 5 Min. de lectura
La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. La misma es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro ¡Sapere aude!1 ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!, ese es el lema de la ilustración.
La pereza y la cobardía son causas de que los H continúen a gusto en su estado pupilo, también lo son que se haga tan fácil para otros erguirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad!.Si puedo pagar no me hace falta pensar: habrá otros que tomen en mi nombre, esa tarea. Los tutores cuidan muy bien los H (no digamos que todo el sexo bello) considere el paso de la emancipación, además de muy difícil, peligroso. Estos peligros no son tan graves; unas cuantas caídas, aprenderían a caminar solitos, ahora que, lecciones de esa naturaleza, espantan y le curan a cualquiera las ganas de nuevos ensayos.
Es difícil salir para cada H de esa incapacidad, convertida casi en segunda naturaleza. Le ha cobrado apego porque nunca se le permitió intentar servirse de su propia razón. Principios y formulas, instrumentos mecánicos hacen de ligaduras que le sujetan a ese estado. No está acostumbrado a los movimientos desembrazados. Pocos son los que han logrado superar esa incapacidad.
Pero ya es más fácil que el público se ilustre por sí mismo y hasta (si se lo deja en libertad) casi inevitable: siempre se encontraran H que piensen por su propia cuenta quienes difundirán el espíritu de una estimación racional del propio valer de cada hombre y de su vocación a pensar por sí mismo. Resulta de perjudicial inculcar prejuicios, porque acaban vengándose en aquellos que fueron sus sembradores o sus cultivadores. Por esa sola razón el público solo poco a poco llega a ilustrarse. Mediante una revolución acaso se logre derrocar el despotismo personal y acabar con la opresión económica o política, pero nunca se consigue la verdadera reforma de la manera de pensar, sino que, nuevos prejuicios, servirán de riendas para conducir rápido.
Para esta ilustración no se requiere más que una cosa, libertad; libertad de hacer uso público de su razón íntegramente. “Razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis pero obedeced” Aquí nos encontramos con una limitación de la libertad. Pero ¿Qué limitación es obstáculo a la ilustración? ¿Y cuál por el contrario estimulo? El uso público de su razón le debe estar permitido a todo el mundo. Su uso privado se podrá limitar a menudo estrechadamente, sin que por ello se retrase en gran medida la marcha de la ilustración. Entiende por uso público aquel que, en calidad de maestro, se puede hacer de la propia razón ante el gran público del mundo de lectores. Por uso privado entiendo el que puede hacer en su calidad de funcionario. Existen empresas de interés público en las que es necesario el automatismo, miembros de la comunidad tienen que comportarse pasivamente para poder ser dirigidos por el Gobierno hacia los fines públicos, en ese caso no cabe razonar sino obedecer. Hay H en calidad de maestro que se dirige a un público
1 Atrévete a saber(piensa por ti mismo)
por escrito haciendo uso de su razón, puede razonar sin que por ello padezcan los negocios en los que le corresponde, serian miembros pasivos. No se puede permitir argumentar, sobre la pertinencia o utilidad de la orden de un superior, pero tampoco prohibir con justicia, que en calidad de entendido haga observaciones sobre las fallas. El uso que de su razón hace un clérigo ante su feligresía constituye un uso privado: porque se trata siempre de un ejército domestico aunque la audiencia sea grande, tiene un puesto que ministra un mandato ajeno. Pero en calidad de doctor que se dirige por medio de sus escritos al público, como clérigo hace u uso público de su razón, disfruta de una libertad limitada para servirse de su propia razón y hablar en nombre propio. Porque pensar que los tutores espirituales del pueblo tengan que ser, a su vez, pupilos, representa un absurdo que aboca en una eternización de todos los absurdos
¿No es posible que una sociedad de clérigos pueda comprometerse por juramento a guardar determinado credo para asegurar una suprema tutela sobre cada uno de sus miembros y a través de ellos sobre el pueblo y para eternizarla? Un convenio semejante, significaría descartar para siempre toda ilustración ulterior del género humano, es nulo e inexistente; y ya puede ser confirmado por la potestad soberana, por el Congreso o por las más solemnes condiciones de paz. Una generación no puede obligarse y juramentarse a colocar a la siguiente en una situación tal que le sea imposible ampliar sus conocimientos, depurarlos del error y avanzar en el estado de su ilustración. Constituirá esto un crimen contra la naturaleza humana cuyo destino primordial radica en este progreso. Es completamente ilícito ponerse de acuerdo ni tan siquiera por el plazo de una generación, sobre una constitución religiosa inconmovible que nadie podría poner en tela de juicio públicamente, ya que con ello se destruiría todo un periodo en la marcha de la humanidad hacia su mejoramiento, periodo que, resultaría estéril y nefasto para la posteridad. Lo que ni un pueblo puede acordar por y para sí mismo, menos podrá hacerlo un monarca en nombre de aquel, porque toda su autoridad legisladora descansa en que asume la voluntad entera del pueblo en la suya propia. Les importa evitar que unos a otros se impidan con violencia buscar aquella salvación por el libre uso de todas sus potencias.
¿Es que vivimos en una época ilustrada? No pero si en una época de ilustración. Falta para que los H se hallen en situación. En esta época, al época de la ilustración, hay un príncipe2 que reconoce como un deber no prescribir nada a los H en materia de religión y que desea abandonarlos a su liberta, que rechaza, hasta ese pretencioso sustantivo de tolerancia, es un príncipe ilustrado, dejo en libertad a cada uno para que se sirviera de su propia razón (en las cuestiones que atañen a su conciencia). Bajo el, clérigos, pueden, en su calidad de doctores, someter libre y públicamente al examen del mundo aquellos juicios y opiniones suyos que se desvíen, del credo reconocido y con mayor razón los que no están limitados por ningún deber de oficio. Este ejemplo muestra que en régimen de libertad nada hay que temer por la tranquilidad pública y la unidad del ser común
He tratado el punto principal de la ilustración, la emancipación de los H de su merecida tutela, en especial por lo que se refiere a cuestiones de religión pues en lo que atañe a las
2 Federico
cs y a las artes los que mandan ningún interés tienen en ejercer tutela sobre sus súbditos y la tutela religiosa, es la más funesta y deshonrosa. El jefe de estado favorece esta libertad va más lejos y comprende que tampoco en la legislación hay peligro, por que los súbditos hagan uso de su público de su razón y expongan sus ideas haciendo una crítica de lo existente.
Pero solo aquel que no teme a las sombras pero dispone de un ejército para garantizar la tranquilidad pública, puede decir lo que no osaría un E libre “razona todo lo que querías y sobre lo que querías, pero obedeced” Tropezamos con un extraño curso de las cosas humanas: lo encontramos lleno de paradojas. Un grado mayor de libertad ciudadana parece que beneficia la libertad espiritual del pueblo pero le fija, límites infranqueables; mientras que un grado menor le procura el ámbito necesario para que pueda desenvolverse con arreglo a sus facultades. Porque cuando la Naturaleza ha logrado desarrollar la inclinación y oficio del libre pensar del H, el hecho repercute en el pueblo(se hace libertad de obrar) y hasta en los principios del gobierno, que encuentra compatible al H, que es algo más que una maquina, un trato digno de él.
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