"La China de Mao y la Guerra Fría, Chen Sian - Seminario Este Asiático - MARÍA DEL PILAR ÁLVAREZ"
- cecsprensa
- 22 nov 2014
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CAPÍTULO 9: EL ACERCAMIENTO CHINO-ESTADOUNIDENSE (1969-1972)
A principio de 1969, parecía que el conflicto entre la República Popular China y Estados Unidos había alcanzado su punto de mayor deterioro en dos décadas. De todas formas el proceso espectacular que habría de desembocar en la visita que Nixon hizo a china en febrero de 1972 y en el transcurso de la cual el presidente de Estados Unidos se vio cara a cara con el presidente del PCCH de Pekín, fue largo y complicado. Hacía el final de la “semana que cambió el mundo”, Nixon y el primer ministro Chu En-lai firmaron el histórico comunicado de Shangai, que simbolizaba el fin de una era de intensos conflictos entre China y Estados Unidos, un período que se había dilatado por espacio de más de dos décadas.
La interpretación convencional del acercamiento entre Pekín y Estados Unidos destaca el papel que desempeñaron las consideraciones de orden estratégico y geopolítico. En un momento en que la URSS se había convertido en la amenaza más grave para los intereses de la República Popular China, en especial para la seguridad de las fronteras chinas del norte y el noreste, resultaba imposible que el dirigente de Pekín mantuviese simultáneamente el mismo nivel de discordia con Estados Unidos. Al lograr un acercamiento con Washington, los dirigentes de Pekín mejoraban drásticamente la posición estratégica de China respecto de la URSS, favoreciendo así los intereses de seguridad chinos.
A fin de lograr una mejor comprensión de este asunto, el presente capítulo sitúa el acercamiento chino-estadounidense en el contexto de la decaída situación de la revolución permanente de Mao. Es importante resaltar que el acercamiento chino-estadounidense se produjo en una época en que la Revolución Cultural, así como la más general empresa de la revolución permanente de Mao, habían venido decayendo. Este capítulo argumenta que existía un profundo vínculo entre estos dos fenómenos y que la interpretación que destaca los elementos estratégicos y geopolíticos tendría mayor sentido si se comprendiera adecuadamente su relación con el final de la revolución permanente de Mao.
China entre 1968 y 1969: la seguridad se deteriora, la revolución decae.
Sin duda alguna, China se enfrentaba, entre los años 1968 y 1969, a una situación de rápido deterioro de la seguridad. La tensión entre China y Estados Unidos que había comenzado en el mismo instante en que se instauró la República Popular, parecía más acentuada que nunca. La situación de la seguridad a lo largo de la larga frontera occidental de China con India no era mejor. Desde la guerra fronteriza chino-india en 1962, Pekín y Nueva Delhi se consideraban recíprocamente como un enemigo peligroso. Aun así, la peor amenazada para la seguridad de la frontera china se producía en el norte y provenía de un antiguo aliado.
La hostilidad entre los dos gigantes comunistas culminó en un estallido de odio cuando la Revolución Cultural comenzó a barrer China, ya que Pekín y Moscú empezaron a considerarse mutuamente como “traidores”.
Dado el grave deterioro de la situación de seguridad china entre los años 1968 y 1969, no resulta sorprendente que los dirigentes de Pekín tuvieran que mejorar el entorno de seguridad de su nación procediendo a realizar cambios importantes en la política exterior y en la estrategia de seguridad. En términos históricos, el modo de bregar con Estados Unidos no sólo fue para Pekín una cuestión de política exterior sino que constituyó más bien un asunto relacionado con la esencia misma de la revolución china. Desde el momento en que nació la “nueva China”, los dirigentes de Pekín consideraron que Estados Unidos era el principal enemigo de China. Declararon una y otra vez que uno de los objetivos fundamentales de la revolución china era el de destruir el “viejo” orden mundial dominado por los imperialistas estadounidenses.
Al explicar la razón por la que Pekín logró realizar esos reajustes, los estudiosos favorables a la interpretación centrada en las cuestiones geopolíticas han argumentado que para los responsables políticos de cualquier país las creencias ideológicas carecen, en último término, de importancia si entran en conflicto con “intereses vitales de seguridad nacional”. En el caso de la China de Mao, estos estudiosos creen que, a pesar del sólido compromiso de Mao y sus camaradas con la ideología marxistas-leninista, los dirigentes chinos estaban dispuestos a sacrificar esa fe ideológica si llegaba a entrar en conflicto con los “intereses de la seguridad ideológica” china.
Los dirigentes de Pekín procuraban llegar a un acercamiento con Estados Unidos en el contexto de una definición radicalmente nueva de su concepto imperialista, debido a que acababan de identificar la URSS como un “país social imperialista” y a que sostenían que Moscú había sustituido a Washington como “bastión de las fuerzas reaccionarias chino-estadounidenses constituía menos un caso en el que las creencias ideológicas cedieran ante los intereses de seguridad que un caso en el que la ideología, como elemento esencial en la configuración de las decisiones de política exterior, estuviera experimentando sutiles cambios estructurales como consecuencia de la decaída situación de la revolución permanente de Mao.
Estos fundamentales cambios en la definición que hacía Pekín del “imperialismo” no se produjeron simplemente como justificación de los esfuerzos chinos por contrarrestar la creciente amenaza soviética para los intereses de seguridad chinos, venían determinados por la esencia de la Revolución Cultural. De hecho, según Mao, la razón fundamental para la que él mismo había dado comienzo a la Revolución Cultural era la de evitar que se produjera en china una “restauración capitalista” al estilo soviético.
Todos estos cambios habían proporcionado el espacio ideológico necesario para que Pekín justificara un acercamiento a Estados Unidos. En la filosofía política maoísta, que había estado fuertemente influenciada por la cultura política tradicional china que subrayaba la necesidad de “utilizar la fuerza de los bárbaros para mantener a raya a los bárbaros”, era siempre legítimo establecer un “frente unido” con un enemigo menos peligroso con el fin de concentrarse en la lucha contra el enemigo principal. Dado que Pekín identificaba a la URSS “social-imperialista” como el más peligroso de todos los países imperialistas del mundo, el acercamiento al imperialista Estados Unidos, un enemigo que ahora resultaba, por comparación, menos peligroso, se volvía factible y justificable, incluso en términos ideológicos, para los dirigentes de Pekín. Pekín también podía procurar un acercamiento con Washington debido a que, por primera vez en la historia de la República Popular China, la revolución permanente de Mao estaba perdiendo ímpetu como consecuencia de las propias razones que había venido dando el presidente.
Mao insiste con frecuencia en la importancia de “consolidar” los logros de la Revolución cultural –cuyo significado, en realidad, no iba más allá del robustecimiento de su propia autoridad y poder político-. Estos movimientos eran signos críticos de que la China de Mao, como Estado revolucionado, tras haber supuestos un reto ajeno a toda componenda para el “viejo mundo” durante dos décadas, estaba empezando ahora a dar muestras de estar dispuesta a convivir con el “viejo” orden mundial que aún estaba por transformar. En otras palabras, un proceso de “socialización” había estado erosionando la revolución maoísta.
Pese a que no podemos saber con exactitud qué es lo que Mao tenía en mente cuando mostró cierto interés en entablar relaciones con Estados Unidos, una cosa es segura: el presidente del PCCH prestaba ahora una mayor atención a las cuestiones internacionales y, tras la invasión soviética de Checoslovaquia en agosto de 1968, trataba de comprender la orientación de las estrategias globales de Washington y Moscú.
Los primeros movimientos
En otoño de 1969 no existía vía alguna de comunicación entre China y Estados Unidos. La última reunión de las conversaciones diplomáticas chino-estadounidenses se había celebrado en Varsovia en enero de 1968, pero desde enero las charlas habían quedado suspendidas por tiempo indefinido.
Washington dio el primer paso significativo dirigido a reabrir las vías de comunicación con Pekín el 3 de diciembre de 1969. La respuesta de Pekín fue muy rápida: Pekín tenía intenciones de reabrir las vías de comunicación con Washington. De todas formas, en el verano de 1970, Pekín ralentizó la apertura de comunicaciones con Washington no sólo porque Nixon había ordenado la invasión a Camboya sino porque una potencial tormenta se cernía sobre las relaciones que mantenían dos de los hombres más poderosos de China, Mato Tse-tung y Lin Biao, lo que obligó al presidente del PCCH a poner mayor atención a los asuntos internos del país y de manera particular en los asuntos internos del partido.
El papel de Edgar Snow
Mao comenzó a centrar su atención en los estadounidenses después de haberse quitado temporalmente de encima lo que calificó como “una grave lucha surgida en el seno del Comité Central”. Al igual que Nixon, Mao no se sentía a gusto con la naturaleza “formal” del canal establecido en Varsovia. Sin embargo, a diferencia del presidente de Estados Unidos, el presidente del PCCH probablemente albergaba sentimientos ambivalentes respecto del establecimiento de contactos directos y secretos con Washington, para lo cual debía recibir en Pekín a un enviado estadounidense de alto rango. Debido a algunas complejas preocupaciones –que examinaremos más adelante-, Mao, pese a desear establecer contactos secretos con Washington, no quería seguir la senda marcada por Washington ni comunicarse conforme a los términos establecidos por Estados Unidos. “si el bando estadounidense tenía realmente la intención de resolver la cuestión de Taiwán”, Pekín daría la bienvenida al “representante que enviase el presidente estadounidense a [esa ciudad] para la celebración de los debates”.
Mao estaba planeando plantear una iniciativa en sus propios términos y para su proyecto había fijado la atención en el escritor estadounidense Edgar Snow. El mismo había sido amigo de Mao y de los comunistas chinos desde mediados de la década de los treinta. Su muy aclamado libro Red Star over China, publicado en 1938, contribuyó a crear una imagen positiva de la revolución comunista tanto dentro como fuera de China. El 1 de octubre de 1970, cuando Snow y su esposa fueron invitados a contemplar el desfile anual del día de la Fiesta Nacional en la planta superior de la Puerta de la Paz Celestial, ambos fueron escoltados por Chu En-lai, que los condujo hasta Mao, y se sentaron junto al presidente.
Dado que el presidente Mao estaba planeando entablar una nueva relación con Estados Unidos, necesitaba crear una nueva imagen estadounidense en el espíritu de las gentes de china. Desde el punto de vista psicológico, una señal tan sutil como ésta contribuía a preparar gradualmente al pueblo chino para los grandes cambios que proyectaba en las relaciones chino-estadounidenses. Obviamente, Mao no había invitado a Snow a Pekín con el simple propósito de sacar una foto publicitaria. En lo tocante a las perspectivas de las relaciones chino-estadounidenses, la afirmación más notable de Mao durante la entrevista fue que estaba dispuesto a recibir a Nixon en Pekín.
También Mao dijo que Pekín estaba considerando permitir a estadounidenses (de cualquier convicción política) que viajaran a China, además de que recibiendo a Nixon consideraba que podrían resolverse problemas entre ambos países. Snow recibió una copia de la entrevista una vez realizada y traducida por una intérprete china, pero le aconsejaron que no la publicara por el momento. La publicación, entonces, fue en abril de 1971. Según Kissinger, las conversaciones de Mao con Snow eran otra señal dirigida a Washington.
Los cálculos de Mao estaban relacionados claramente con sus preocupaciones. De hecho, en la entrevista con Snow había tratado muchísimas cuestiones además de las relaciones chino-estadounidenses (habló particularmente de la Revolución Cultural, que consideraba necesaria para poner al descubierto los malos elementos). Además confesó que no había favorecido dos tendencias de esta revolución, por lo que admitía que el estado de la Revolución Cultural había decaído. Con respecto a las relaciones con Estados Unidos, Mao sostuvo que la mejora de las mismas debería darse en relación a la introducción de cambios en la vida sociopolítica de China. Esto puede resultar irónico siendo que por un lado defendía la Revolución Cultural mientras por el otro (subconscientemente tal vez) se despedía de esta fase radical de revolución permanente.
Aunque esta entrevista había sido pensada para influir en la mentalidad de las masas chinas, el contenido era distinto a cualquiera de los mensajes antes difundidos porque trataba de convencer al pueblo de la necesidad de terminar con el movimiento que ya existía.
La diplomacia del ping-pong
A principios de 1971, las conversaciones Pekín-Washington entraron en un periodo de reposo porque determinar las cuestiones a discutir era un obstáculo para ambos ya que se hacían visibles las diferencias. Para China, la cuestión clave era la intervención militar estadounidense en Taiwán porque consideraban que EEUU tenía que dejar de involucrarse en asuntos internos chinos. Para EEUU, China tenia que reconocer que el Kuomintang podía controlar Taiwán y cualquier solución debía darse de manera pacifica.
Otras diferencias en cuestiones internacionales eran en torno al fin del conflicto en Vietnam, cómo abordaban la división de las dos coreas, y cómo se valoraba el resurgimiento económico de Japón. No obstante, aunque las diferencias eran enormes ambos bandos creían que era necesario celebrar encuentros bilaterales. Para eso, los primeros meses de 1971 se dedicaron a valorar opciones diplomáticas y establecer estrategias de negociación.
Era necesario encontrar un motivo para movilizar al pueblo chino y lograr su apoyo a la nueva relación con EEUU. En abril de 1971 se llevaron a cabo en Nagoya, Japón, los Campeonatos Mundiales de Tenis de Mesa. Los chinos habían dejado de ir por la Revolución Cultural a estos eventos pero a principios del ’71 los chinos fueron invitados a participar del próximo campeonato a realizarse. Para los chinos esto constituyó una cuestión política porque seria la primera vez que asistirían a un evento deportivo de alcance mundial. Mao consideró que su equipo debía ir, por lo que la participación china tuvo un gran alcance a nivel nacional y se extendió una “fiebre por el ping-pong” por todo China. Podría decirse que el acercamiento bilateral en esta etapa se dio gracias al ping-pong.
Los jugadores chinos y estadounidenses tuvieron varios encuentros no programados. El director de la delegación estadounidense, Graham Steenhoven coincidió con Song Zhong, secretario general de la delegación china, y le preguntó si sus jugadores podrían visitar China. Por supuesto la noticia llegó a Mao para que tomara la decisión final, y luego otro encuentro (o incidente, mejor dicho) fue lo que lo llevó a tomar la decisión: Glenn Cowen (un jugador de EEUU) entró equivocadamente en un autobús donde viajaban algunos jugadores chinos. Todos sonrieron simplemente hasta que, el tres veces campeón del mundo, Zhuang Zedong se le acerco y le regaló su bufanda que tenia bordados los Montes Amarillos. Era importante que los jugadores se encontraran juntos y se mostraran amistosos. Cowen, por su parte, devolvió la cortesía dándole a Zhuang una remera con el lema de los Beatles, Let It Be. Mao, finalmente, aprobó la petición de que los jugadores estadounidenses visitaran su país esa misma noche. Llamó a su enfermera y le pidió que llamara al Ministerio de Asuntos Exteriores para invitar al equipo estadounidense a visitar China, al día siguiente los funcionarios chinos en Nagoya recibieron esta petición, y apenas la Casa Blanca estuvo enterada de esto decidió aprobarlo.
El 14 de abril, en el Gran Salón del Pueblo, Chu En-lai anunció que la visita de los jugadores abría un nuevo capitulo en la historia de las relaciones de los pueblos chino y estadounidense. Pocas horas después, desde Washington se anunciaban 5 nuevas medidas relacionadas con china (una de ellas era el fin del embargo, que había durado 22 años). Chen Jian dice que “en el breve espacio de unos días, la diplomacia del ping-pong había cambiado por completo la atmósfera política existente entre China y Estados Unidos” (Pág. 397). Nuevamente, la decisión de Mao había sido basada en función de preocupaciones tanto internas como internacionales. Para los chinos, esto era una señal de amistad y a la vez la revelación de superioridad.
El viaje secreto de Kissinger a Pekín
(En esta parte se analizan las tratativas que se dieron en cada uno de los países para lograr el acercamiento bilateral). La comunicación entre los bandos se daba mediante la vía paquistaní. El 21 de abril de 1971, Pekín envió un mensaje a Washington anunciando que el tema Taiwán era el problema principal y requisito previo para resolver antes de relacionarse, además de que creían que era necesaria una discusión directa entre los bandos. La Casa Blanca recibió el mensaje el 27 de ese mes, así que Nixon junto con Kissinger trabajó para responder a tal propuesta. El 10 de mayo se envió la respuesta formal mediante el embajador paquistaní, en la que se había decidido que Kissinger iría en representación de los EEUU como preparación (intercambio preliminar) para confeccionar una agenda para la visita de Nixon. El 17 de mayo el mensaje llegó a Pekín.
El 20 de ese mes, Washington y Moscú avanzaron en cuanto a limitación de armas estratégicas y Kissinger pidió a los paquistaníes que emitieran un ejemplar del acuerdo bilateral a Pekín para favorecer sus relaciones diplomáticas (porque EEUU no firmaría ningún acuerdo que pudiera ir en contra de China, según lo que decía el comunicado). Para responder a esto Mao le ordenó a Chu En-lai que se reuniera con el Politburó. En su discurso, Chu intentó convencer a los dirigentes de que diferentes hechos ocurridos le habían proporcionado a China la oportunidad de mejorar las relaciones con EEUU, lo cual sería beneficioso para ellos. Las decisiones a las que llegó el Politburó se vieron reflejadas en 8 principios básicos en relación con la propuesta de visita a China realizada a Kissinger y Nixon. Uno de los puntos establecía el reconocimiento de que Taiwán era territorio chino, también que las FFAA de EEUU debían ser retiradas de Taiwán, los chinos se esforzarían por liberar Taiwán mediante vías pacíficas, entre otros (Pág. 401). Esto demostraba que los dirigentes de Pekín, aunque querían mejorar las relaciones con los EEUU, no estaban dispuestos a alcanzar compromisos importantes, especialmente en lo que respecta a Taiwán.
El 29 de mayo Mao aprobó el informe de Chu En-lai, así que mediante el canal paquistaní llego a Washington la respuesta formal de Pekín informando que deseaba conversar directamente con Nixon. Cuatro días después recibieron el mensaje en EEUU. Después de una planificación cuidadosa a cargo de Chu, Kissinger visitó secretamente Pekín entre el 9 y el 11 de julio. En seis reuniones, los dirigentes experimentaron el mutuo respeto que se tenían. El avance mas importante fue el primer día porque intentaron comprender la posición básica del otro. Kissinger afirmó que retiraría 2/3 de las FFAA que tenían en Taiwán cuando terminara la guerra de Vietnam y después seguiría si había mejoras en las relaciones con China, y también declaró que reconocerían que Taiwán formaba parte de China, para finalmente afirmar que la cuestión podía resolverse de forma pacifica.
Para Mao, era importante tener en cuenta cuestiones como la de Indochina porque según el, “en Vietnam hay una guerra, y la gente muere. No debemos invitar a Nixon para que venga a atender únicamente nuestros propios intereses”. Esta actitud hizo que la visita de Kissinger fuese exitosa porque Mao la prestaba atención a los que Washington haría. Así entonces, la cuestión de Taiwán había dejado de impedir un acuerdo sobre la agenda de la visita de Nixon y Mao trataba de demostrar, por su parte, la superioridad de sus miras y de su posición moral porque haciendo de Vietnam su prioridad, demostraba la benevolencia de Pekín en el tratamiento de cuestiones internacionales relevantes. Finalmente, la visita de Nixon a China fue anunciada el 15 de julio para ser realizada antes de mayo de 1972.
La conmoción del “asunto Lin Biao”
El viaje de Kissinger a China fue una conmoción para los aliados asiáticos de EEUU, y para los aliados chinos fue poco convincente la nueva política de Pekín (se refiere a la visita de Chu En-lai a Vietnam del Norte, Corea del Norte y al príncipe exiliado de Camboya). Estas dificultades internacionales eran mínimas si se las compara con el “caos” político que tenía Mao ya desde hacía un tiempo, considerando la posibilidad de una batalla con Lin Biao.
El viaje de Kissinger se dio a la par del punto crucial en la disputa Mao-Lin. Para Mao la lucha desde la conferencia de Lushan no había terminado por lo que empezó una inspección por el sur de China durante la cual criticó a Lin revelando que se estaba preparando para una confrontación con el. Mao sabía que había organizado el hijo de Lin un escuadrón leal a su padre. El 13 de septiembre Lin, su mujer y su hijo huyeron de Pekín en un avión que pocas horas después se estrelló en Mongolia. En 2 asuntos influyó este hecho para mejorar las relaciones con EEUU: primero, la caída de Lin suponía una gran crisis política en la historia de la China popular por lo que habiendo sido designado heredero y sucesor de Mao, esto hacía visible que se había marchitado la revolución permanente; y segundo, aparentemente la caída de Lin Biao puede ser considerada como la eliminación de un obstáculo para la mejora de relaciones con EEUU. Conclusión: aunque fue un desafío para Mao, la muerte de Lin fue favorable para el acercamiento chino-estadounidense.
Los últimos movimientos
Las comunicaciones Pekín-Washington se hicieron más directas después del viaje de Kissinger, porque además del canal paquistaní se abrió el canal parisino. Kissinger volvió en octubre para terminar de establecer detalles para la visita de Nixon. Lo más difícil era elaborar un borrador para el comunicado de la cumbre. Lo que era claro por parte de Mao era la necesidad de redactar un comunicado que reflejara verdaderamente la posición de China, lo que demostraba que no quería que peligrara la imagen de su revolución (tanto internamente como internacionalmente).
Cuando Kissinger estuvo en Taiwán, la Asamblea General de la ONU voto en favor de permitir a Pekín que lograra un escaño para China, expulsando entonces al régimen de Taipei. Esto fue para China una gran victoria de política exterior. “En un momento en el que, en el ámbito interno, Mao y su revolución habían sufrido la perdida del apoyo del pueblo chino como consecuencia del asunto Lin Biao, el avance de las relaciones externas chinas, desempeño un papel cada vez mas importante en el aporte de legitimidad al régimen comunista de Mao” (Pág. 412).
El 21 de febrero de 1972 Nixon llegó a Pekín. Apenas instalado, Chu En-lai le informó que Mao ya estaba listo para recibirlo. Mao no entro en detalles de asuntos específicos.
El comunicado debía ser aceptable para las dos partes, y la cuestión de Taiwán seguía siendo clave. El principal desafío era encontrar una expresión aceptable de la posición de EEUU respecto de la relación entre el acuerdo de Washington que aceptaba retirar tropas de Taiwán y el compromiso por el que Pekín aceptaba solucionar la cuestión pacíficamente. El 28 se firmó en Shanghai el comunicado conjunto. Era un documento poco convencional porque 1) destacaba no solo planteos comunes sino también resaltaba diferencias entre Pekín y Washington (por ejemplo, anunciaba que las partes no buscarían obtener la hegemonía en la región de Asia y el Pacífico), y 2) el formado permitía que China siguiese siendo un país revolucionario al igual que reclamaba la relación de igualdad con EEUU en el mundo.
El acercamiento chino-estadounidense, junto con el deterioro de las relaciones Pekín-Moscú, generó el más profundo de los vuelcos en el equilibrio internacional de poder que existía entre las superpotencias. Claramente, por el acercamiento EEUU quedaba mejor posicionado en su competencia con la URSS, y la creciente brecha chino-soviética fue una clara causa del posterior derrumbe.
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