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"Teoría y crítica del orientalismo, Sadar - Seminario Este Asiático - MARÍA DEL PILAR ÁLVAREZ"

  • Foto del escritor: cecsprensa
    cecsprensa
  • 22 nov 2014
  • 8 Min. de lectura

Para hacer posible el orientalismo tuvieron que reunirse un cierto número de elementos altamente significativos. Es impensable en tanto estos elementos dispares no logren centrarse en un punto. La representación del pasado se consolida en torno a la respuesta que da Occidente al origen del islam y a la expansión de la civilización musulmana. Occidente adquirió y desarrolló una actitud, un conjunto de ideas, y unos medios de actuación con los cuales interpretar, representar, construir, interactuar y desplegar la idea de Oriente. La primera característica fase del comienzo del orientalismo va desde la batalla de Tours, en la que Carlos Martel hizo retroceder la penetración musulmana en Europa en el siglo VIII, hasta la exhortación a las cruzadas de 1096.

Para descubrir el sentido de la posición actual del orientalismo y del modo en que opera el concepto es conveniente concentrarse en el Oriente islámico.

La oposición al orientalismo

El seno del islam se basa en dos principios rectores: debe concordar con los intereses de la comunidad (maslahah) y con los principios de justicia (adl).

El conciso y afilado análisis de Tibawi lleva a tres conclusiones básicas:


  • El orientalismo moderno sigue basándose en las imágenes medievales del islam, no solo en relación con el Corán y Mahoma, sino también en relación con la teología, el derecho y la historia islámicos.

  • El academicismo orientalista carece de un pensamiento claro y de normas objetivas, así como de cortesía, tolerancia y moderación respecto de los puntos de vista musulmanes. En su mayoría, la afiliación religiosa y política de los orientalistas ofusca sus juicios académicos.

  • No existe prueba concreta en la producción de los orientalistas que estudian los orígenes del islam que muestre que éste haya tomado préstamos de la Biblia o de las escrituras judías. Las afirmaciones orientalistas son generalizaciones vagas y no probadas. Además, su academicismo es poco más que un proceso de producción de discursos especulativos sobre lo obvio.

La condena que hace Tibawi del orientalismo no es total. Reconoce la obra de aquellos estudiosos orientalistas que han ampliado verdaderamente los límites del conocimiento histórico.

Abdel-Malek distingue entre el orientalismo tradicional, que consiste en una mezcolanza de académicos, hombres de negocios, militares y funcionarios coloniales, misioneros, publicistas y aventureros, y el neoorientalismo. Ambos tratan a Oriente como si fueran un objeto de estudio caracterizado por la alteridad. Este objeto era considerado pasivo. Las naciones, los pueblos y las culturas de Oriente se percibían en términos esencialistas, términos que se traducían en una característica tipología etnicista. Esta tipología, que con frecuencia se convertía en racismo, estaba basada en una especificidad real pero desvinculada de la historia, y de este modo se la concebía como intangible y esencial. Así, el hombre europeo, desde la antigüedad griega en adelante, se convierte en la medida de todos los hombres, en todas partes.

Malek busca exponer la metodología del orientalismo, e identifica cuatro componentes principales:


  • El orientalismo centrado en el estudio del pasado de las naciones y de las culturas orientales. Al postular que las épocas más brillantes de los países orientales se hallan claramente ubicadas en la historia, convierten el declive de Oriente en un fenómeno natural e inevitable.

  • El pasado de Oriente se estudia en sus aspectos culturales y al margen de cualquier evolución social. Así se ha estudiado al árabe como si fuera una lengua muerta.

  • Esta lectura de la historia hace que la historia viva, la historia que resurge, aparezca como la continuación de un grandioso, aunque limitado pasado. En cuanto tal, la historia de Oriente deja de ser una fuerza que realza la vida y queda reducida a mero exotismo.

  • Los logros de Oriente, sus contribuciones a la ciencia y al conocimiento, son deliberadamente pasados por alto o suprimidos. Considerados en conjunto, se juzgaba que tenían muy poco valor y se los denigraba. Ésta fue la estratagema utilizada para atribuir el retraso de Oriente a su historia improductiva, y entonces la naturaleza supuestamente improductiva de la historia oriental paso a proyectarse como una característica constructiva y específica de la realidad oriental. El colonialismo quedo así absuelto de toda culpa.

A diferencia de Abdel-Malek, Syed Hussein Alatas presenta un análisis sociológico del orientalismo, Su centro de interés se encuentra en la noción del nativo perezoso. La esmerada erudición de Alatas analiza las formas en que, entre los siglos XVI y XX, se ha representado al nativo en términos de indolencia, y ha ofrecido una explicación sociológica del surgimiento y de la persistencia del mito.

¿Cómo pudo surgir la imagen del nativo perezoso? Alatas sugiere que estas tareas resultaban invisibles para el colono. Uno de los principales factores que contribuyeron a crear la reputación de indolencia del malayo fue el de su total independencia. Dado que los malayos eran campesinos, su contacto con los colonos europeos era un tanto limitado:

Los malayos no actuaban como sirvientes de los europeos. Lo más que hacían era conducir y ocuparse de los jardines. No se implicaban en el moderno sector privado de la economía capitalista.

Los malayos no eran considerados perezosos porque fueran realmente indolentes, sino porque se resistieron a formar parte del capitalismo colonial. Aquí se encuentra el origen sociológico e ideológico de la imagen del malayo indolente.

El problema central que Europa tiene con el islam es el hecho de que el islam haya desempeñado un papel predominante en el ascenso de Europa, de que le haya proporcionado una base para el desarrollo intelectual, científico y tecnológico, de que haya padecido su expansión y pagado un precio por ello, y de que haya sobrevivido para retar a la modernidad que trajo al mundo.

Ha incitado al mundo no occidental a combatir con Occidente con sus propias armas, mientras ella misma se hunde en un delirio de desarrollo.

Edward Said y sus críticos

¿Cuáles son las diferencias entre el Orientalismo de Said y las obras anteriores?

Hodgson argumenta que la historia de Occidente es un relato de libertad y racionalidad, y que la historia de Oriente es un relato de despotismo y de estancamiento cultural. El islam rompió muchas barreras regionales y de civilización, produciendo numerosas y nuevas formas sociales y culturales hibridas que, a pesar de ser innegablemente islámicas, eran también incuestionablemente árabes, indias, chinas, turcas y africanas. Solo cuando el islam se estudia como fenómeno global adquiere sentido su historia.

Said añade una nueva categoría: los valores que hicieron posible el imperio y la explotación imperial. En segundo lugar, Said logró reunir las diferentes corrientes de crítica en un único marco interdisciplinar, lo cual transformó las críticas de las diversas disciplinas al orientalismo en un análisis cultural multidisciplinar. En tercer lugar, al utilizar el lenguaje de la teoría discursiva foucultinana y de la crítica literaria, Said consiguió situar las reorganizadas críticas del orientalismo en una nueva ubicación estratégica. Y fue esta ubicación, junto con la representación del orientalismo, al que Said caracteriza como la “más grandiosa de todas las narrativas”, como un discurso global que representa y contiene a un tiempo a Oriente, lo que constituye la clave del éxito de su obra Orientalismo.

Said logro incorporar todas las definiciones previas del orientalismo a su análisis. Por consiguiente, definió al orientalismo como sigue:


  • La tradición clásica consiste en estudiar una religión por medio de su lengua y sus escritos. Así, cualquier persona que enseñe, investigue o escriba sobre Oriente es un orientalista. De esta forma el orientalismo vive de sus doctrinas y sus tesis, teniendo como principal fuente de autoridad al experto orientalista.

  • Una forma de adaptarse a Oriente basada en el lugar especial que ocupa el Oriente en la experiencia europea occidental.

  • Un estilo de pensamiento de carácter global cuya historia se remonta a la antigüedad y que está basado en una distinción ontológica y epistemológica entre Oriente y Occidente.

  • Un estilo Occidental para dominar, reestructurar y poseer autoridad sobre Oriente.

  • Una biblioteca o archivo de información defendido de forma común, y unánime. Lo que constituye la trabazón del archivo es una familia de ideas y un conjunto unificador de valores que ha mostrado ser eficaz de distintos modos. Estas ideas han explicado la conducta de los orientales; han dotado a los orientales de una mentalidad, genealogía, y más importante, han permitido que los europeos se acerquen a los orientales como a un fenómeno poseedor de características regulares, llegando incluso a verlos de este modo.

  • Un sistema de representaciones enmarcado por todo un conjunto de fuerzas que han implicado a Oriente en la erudición occidental, en la conciencia occidental y en el imperio occidental.

  • La institución corporativa occidental responsable de abordar la cuestión de Oriente: de describirlo, contenerlo, controlarlo, enseñarlo y aprender de él, realizar afirmaciones sobre él, autorizar perspectivas relacionadas con él y dominarlo por éste y otros medios.

Said construye el orientalismo como un discurso unificado que atraviesa la totalidad del curso de la historia, desde la antigüedad a la época contemporánea. Su obra presenta una genealogía del orientalismo en la cual las características del discurso se repiten en diferentes épocas de la historia humana. El argumento más significativo sostiene que los textos orientalistas no solo pueden crear conocimiento, sino también la propia realidad que en apariencia describen. Con el tiempo este conocimiento y esa realidad generan una tradición, que una vez constituida configura todo un saber ulterior sobre Oriente.

La obra Orientalismo trata de demostrar, tanto el modo en que Europa inventó la ficción de Oriente y los orientales, como la forma en que esta representación fue utilizada como instrumento para el ejercicio de control y de dominación que supuso el colonialismo.

La obra no es un libro de polémica antioccidental, pero tampoco esproislámico.

El Orientalismo no guarda relación con la política y el poder, no hay vínculo entre el orientalismo y el imperialismo, entre el auge de la erudición orientalista y la adquisición de imperios por Europa en Asia y África, entre el orientalismo y la imágen que presenta al islam como a la vertiente más oscura de Europa.

Como el autor ha tratado de mostrar, el orientalismo no se hallaba limitado al islam y los musulmanes. Se aplicaba a todos los demás orientes: chinos, indios, del sureste asiático, etc.

Una crítica comúnmente dirigida a Said es la de que ha presentado el orientalismo como un discurso inalterable, monolítico y de tendencia machista. En contraste, el propio orientalismo expresaba una gama de voces, de los islamófobos como las de los amantes del islam, tanto de los movimientos hegemónicos como las de los empeños contrarios a cualquier hegemonía, y todo ello diferenciado por género, ideología y preferencia sexual. La reducción de esta diversidad por Said equivale de hecho a un occidentalismo, a un estereotipo invertido.

Said sostiene que el orientalismo no consiste más que en una representación que guarda escasa relación con el auténtico Oriente. Su defecto ha sido un defecto tanto humano como intelectual, ya que al tener que adoptar una postura de oposición a una región del mundo que consideraba extraña a la suya, el orientalismo fue incapaz de identificarse con la experiencia humana, y tampoco logró apreciar que se trataba de una experiencia humana.

Young señala: el Orientalismo fue producido por la misma cultura que construyó el orientalismo antihumanista, y como señala Said la ideología racista de la superioridad del hombre blanco, ideológica cuya retorica arnoldiana de humanismo de cultura elevada logró su definición por contraste con la depravación intelectual y cultural de las colonias.

Sardar sostiene que para Said no hay alternativa posible al orientalismo

mo, porque no hay más opción que la del humanismo laico y su elevada cultura. Para Said solo existe una cultura: la alta cultura europea que de algún modo contiene todos los gérmenes de la resistencia y la liberación. Said muestra tanto odio por las cosas no occidentales como el que muestran los orientalistas hacia las cosas orientales.


 
 
 

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