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"Fundamento de las RRII, Mingst - Sistematica de las RRII - PEREZ TAFFI"

  • Foto del escritor: cecsprensa
    cecsprensa
  • 18 nov 2014
  • 18 Min. de lectura

Mientras el dilema de la seguridad explica por qué los estados son inseguros, no puede aclarar las causas de guerra. El estudio de cualquier conflicto bélico podrá encontrar una serie de razones distintas para el inicio de las hostilidades. Las características de los individuos, líderes y masas por igual, asi como la configuración interna de los estados son parte de las fuerzas operantes dentro del sistema internacional. Waltz considera que los tres diferentes niveles de análisis pueden aplicarse al explicar las causas de la guerra.

El individuo: Las interpretaciones realistas y liberales

Tanto las características delos líderes individuales como los atributos generales de las personas, han sido culpados de haber provocado alguna guerra. A pesar de que algunos realistas y liberales afirma que los conflictos se desencadenan debido a las particularidades de los personajes más influyentes, es imposible comprobar la veracidad de esta aseveración.

Según los liberales, las percepciones equivocadas de los líderes son capaces de conducir al inicio de una guerra. Tradicionalmente los historiadores han otorgado un papel central a las malas interpretaciones ya que muchas de ellas tienen el potencial de propiciar una guerra. Las percepciones equivocadas generan una espiral cuyos efectos pueden desencadenar una guerra, aunque de todas formas esto es solo una especulación.

Aun si no fuera por causa de los líderes, las características de las masas también podrían propiciar el desencadenamiento de un conflicto. Algunos pensadores afines al realismo opinan en este sentido. San Agustín escribió que cada acción del hombre es un acto de autoconservación. Para Reinhold Niebuhr, el vínculo es todavía más profundo; el origen de la guerra reside en la intimidad de la psique humana. Este enfoque es compatible con el de los sociobiólogos encargados de estudiar el comportamiento de los animales. Virtualmente todas las especies adoptan una conducta agresiva para garantizar su supervivencia. No obstante, muchos perciben a los humanos como una especie mucho más compleja respecto al resto de los animales. De ser esto cierto, dichas presunciones guiarían a la concepción de dos posibles afirmaciones alternativas, una pesimista y otra optimista. Para los pesimistas, si las conflagraciones son producto de la perversa naturaleza humana, entonces no hay opción a fin de evitarlas; la guerra ocurrirá inevitablemente todo el tiempo. Para los optimistas, toda esperanza de eliminar el conflicto dependerá de tratar de cambiar deforma drástica la naturaleza del hombre.

Sin embargo la guerra no es algo eterno; es un evento inusual y no la norma. El nivel de análisis individual no es muy adecuado para develar la única causa de la guerra, ni siquiera alguna de las principales. Después de todo, los individuos han sido capaces de organizarse en sociedades y estados.



Estado y sociedad: Las explicaciones liberales y radicales

Un segundo nivel de explicación sugiere que la guerra se presenta debido a las estructuras internas de los estados. La pregunta entonces sería: ¿Cómo inciden las particularidades de los distintos estados en la posibilidad de la ocurrencia de los conflictos?

Basados en la postura de Kant, los liberales afirman que los regímenes republicanos son menos proclives a emprender una acción bélica; éste sería el presupuesto básico de la teoría de la paz democrática (perpetua?). Las democracias son pacíficas porque sus normas esenciales y cultura inhiben a sus liderazgos de realizar prácticas que faciliten el estallido de una guerra. Asimismo, existen mecanismos estructurales a fin de remplazar a gobernantes con tendencias agresivas o bélicas.

Algunos exponentes de la teoría liberal sostienen que determinados sistemas económicos se inclinan más a la guerra que otros. Del mismo modo, los regímenes liberales son mayormente proclives a ser estados capitalistas cuyos miembros gozan de cierta riqueza relativa. Dichas sociedades no sienten la necesidad de distraer la atención de las masas insatisfechas hacia un conflicto externo. Además, la guerra interrumpe el comercio, bloquea las ganancias y produce inflación, y por eso las naciones capitalistas liberales intentarán evitar los conflictos.

Los académicos radicales realizan la crítica más severa al liberalismo y a su contraparte económica, el capitalismo. Según estos estudiosos, los modos de producción del capitalismo liberal conducen inevitablemente a un conflicto por el dominio económico y el liderazgo político entre las dos principales clases sociales dentro del Estado, la burguesía y el proletariado. Esta lucha detona la guerra, tanto en el ámbito interno como en el externo, ya que el Estado controlado por la atrincherada clase burguesa ambiciona expandir la maquinaria del capitalismo a expensas del proletariado y en pos de la subsistencia económica de los sectores pudientes.

Desde la perspectiva radical, el conflicto y la guerra se atribuyen a la dinámica interna de los sistemas económicos capitalistas, los cuales se estancan y paulatinamente se derrumban debido a la ausencia de estimulación externa. A fin de explicar por qué los estados capitalistas requieren ir hacia el exterior, las escuelas radicales ofrecen tres diferentes argumentos. Primero, en palabras del ingles John Hobson, la demanda interna de bienes en un país capitalista tiende a disminuir, y el estado buscará entonces utilizar la expansión imperialista para encontrar otros mercados a fin de poder continuar con su crecimiento económico. En segundo, de acuerdo con Lenin y otros más, el problema no es la caída de la demanda, sino los rendimientos decrecientes del capital. Los estados capitalistas se expanden con el objetivo de llegar a nuevos mercados que ayuden a incrementar los dividendos de su capital de inversión. Tercero, Lenin y varios radicales del siglo XX identifican la posesión de materias primas como factor central para mantener elcrecimiento capitalista; asimismo, la obtención de estos recursos depende de fuentes externas. De acuerdo con la perspectiva radical, la expansión de los estados capitalistas es inevitable, aunque los teóricos de esta escuela difieren en cuando a las causas de dicha dinámica. Las interpretaciones radicales pueden ayudar a explicar las causas del colonialismo y el imperialismo, pero los vínculos de estos fenómenos con la guerra resultan poco claros. Una posible relación es que los estados capitalistas no sólo gastan en bienes de consumo, sino también en fortalecer sus capacidades militares, lo cual propicia carreras armamentistas y, eventualmente, guerras. Otro vínculo se enfoca en los líderes, quienes, a fin de diluir crisis económicas internas, deciden recurrir al conflicto externo como una especie de “chivo expiatorio” ante los problemas de su propio país. Por último, algunos radicales sugieren que las masas podrían impulsar a la elite gobernante hacia la guerra. Esta visión está en directa contradicción con el pensamiento liberal, el cual percibe a las masas como pacíficas y amantes de la paz. Quienes argumentan que las pugnas sobre la estructura de los estados son una causa primordial de la guerra, han identificado otra explicación fin de entender el inicio de algunos conflictos. A lo largo de la historia se han suscitado numerosas guerras civiles para definir cuál grupo, qué ideología y cuáles líderes deberían controlar el gobierno de un Estado. En muchos de estos casos las luchas entre sistemas económicos opuestos y entre grupos en busca de obtener pparte delos escasos recursos de sus estados ilustran la tesis de las estructuras internas como respónsables del desencadenamiento de las guerras.


El sistema internacional: una interpretación realista y marxista

El sistema internacional es equivalente a un estado de guerra, donde no hay instrumentos legales para hacer cooperar a los países. Entonces son los estados quienes decide, al sentirse amenazados, ir a la guerra en contra de sus símiles. Y la lógica inexorable del dilema de la seguridad hace de tales percepciones acerca de la inseguridad las más socorridas. Por ende, según los realistas, los conflictos surgen por causa de la estructura anárquica del sistema internacional. Así, la guerra es el curso de acción más lógico para los estados; después de todo, los países deben protegerse a sí mismos.

Una de las principales categorías de los reclamos en disputa se refiere al territorio. De acuerdo con el nivel de explicación sistémico, no hay árbitros legítimos ni autorizados para resolver tales disputas geográficas. Del mismo modo, tampoco existe un árbitro efectivo en la resolución de reclamaciones sobre autodeterminación nacional.

Actualmente existen muchas variantes dentro de la perspectiva realista que atribuyen las causas de la guerra a la naturaleza anárquica del sistema internacional. Una explicación de la guerra desde el nivel sistémico es la teoría de la transición de poder planteada en el trabajo de Kenneth Organski. Para Organski y sus herederos intelectuales, no sólola desigualdad en cuanto a las capacidades de los estados es un factor para desencadenar un conflicto, sino más bien son los cambios en dichas capacidades lo que conduce a la guerra. La guerra ocurre cuando un Estado insatisfecho comienza a tener el mismo nivel de recursos respecto al hegemón.

Una variante derivada de la teoría de la transición de poder es que la guerra es causada por la cambiante distribución de poder entre los estados, la cual se debe a los índices desiguales de desarrollo económico. Modelski y Thompson identifican ciclos regulares de transiciones de poder desde 1494. Las guerras hegemónicas dan lugar al surgimiento de un nuevo hegemón; su poder aumenta y declina; después, el ciclo continúa con la aparición de un conflicto que daría como resultado la gestación de un nuevo hegemón. De esta forma, el ciclo se repite una y otra vez.

La dinámica expansionista inherente al sistema capitalista internacional es, según el pensamiento radical, el factor primordial para el estallido de las guerras. No obstante, enfocarse en un solo nivel de análisis, como lo hacen realistas y radicales, es en extremo simplista. Los episodios bélicos se desencadenan, en general, por la confluencia de una serie de factores pertenecientes a los tres niveles explicativos.



El caso de Yugoslavia

En la actualidad, la mayor parte de los conflictos son provocados por la interacción entre los niveles individual, estatal y sistémico. Yugoslavia es un excelente ejemplo. Los temas emanados de la desintegración de Yugoslavia se relacionan directamente con el centro de las causas de la guerra, abordando discusiones acerca de la autodeterminación, los derechos grupales e individuales, el ejercicio y los límites de la soberanía, y la carencia de un árbitro dentro del sistema internacional.

La guerra civil en Yugoslavia estalló en cierta medida por el desempeño de algunos individuos. En particular, la retórica de Slobodan Milosevic privilegiaba la causa de Serbia; Milosevic era un orador dinámico, que avivaba el fuego del nacionalismo serbio y evocaba las memorias de injusticias pasadas cometidas contra su pueblo por croatas, turcos, albaneses y alemanes. Milosevic logró impulsar la posición de Serbia, porque de cara a las divisiones étnicas, los serbios sintieron que su desarrollo económico había sido sacrificado como resultado de las políticas gubernamentales de corte federalista aplicadas durante el gobierno comunista encabezado por el presidente tito. Después de la caída del partido comunista, la gente empezó a plantear el tema del derecho de cada república a buscar la autodeterminación y obtener su independencia.

Los estados allende las fronteras yugoslavas incrementaron las tensiones: Alemania, Rusia y Francia. Varios de los estados que han tratado de fungir como árbitros internacionales intentaron colaborar en la regularización de la situación pero ninguno de ellos lo había logrado ni había sido reconocido como legítimo por las partes en conflicto.

Es posible encontrar explicaciones para la guerra en Yugoslavia en cada uno de los niveles de análisis. Los líderes individuales, en particular el entonces presidente serbio Slobodan Milosevic, pudieron alimentar un sentimiento ultranacionalista entre la población serbia, el cual representó una amenaza para otros grupos étnicos en la federación yugoslava. Por lo tanto, el Estado y la organización social exacerbaron la crisis.

Cada uno de los tres niveles de análisis resulta útil para entender por qué estalló la guerra en la antigua Yugoslavia. Tal vez Waltz estaba en lo correcto al afirmar que las características del sistema internacional ofrecen una explicación general para las causas de los conflictos pero, a fin de comprender cada caso en particular, es imperativo indagar la naturaleza del Estado, la sociedad y el estudio de nivel individual del análisis. Por consiguiente, para iniciar un conflicto, es necesario que las condiciones en cada nivel de análisis resulten “fértiles”.


EL CARÁCTER CAMBIANTE DE LA GUERRA Y SUS INSTRUMENTOS

En el siglo XIX, el general prusiano Carl von Clausewitz, en su célebre tratado De la guerra, describe la naturaleza política de esta clase de resoluciones: “La guerra no es meramente una acción política, sino también un instrumento, una continuación de las relaciones políticas, una forma de lograr lo mismo aunque usando diferentes medios”. Las decisiones más importantes a considerar se refieren al tipo de guerra que se está dispuesto a pelear, una determinación muchas veces tomada considerando tanto los objetivos a largo plazo que se persiguen como el tipo de armas a utilizar en la ofensiva.

Guerra general

La guerra general involucra varios participantes y múltiples potencias; consiste en la acción de conquistar y ocupar territorio enemigo. A fin de lograr esta meta, quienes toman las decisiones usan todos sus arsenales disponibles y los dirigen contra todo tipo de objetivo sin importar si es militar o civil (la guerra de los treinta años, la guerra de sucesión española, la primera y segunda guerra mundial)

Aunque el uso de bombas nucleares por parte de EEUU contra Japón en 1945 dio inicio a la “era nuclear” – una etapa en la cual aparecen nuevas tecnologías militares y todo un renovado vocabulario referente a la guerra y sus instrumentos-, los conflictos bélicos no aumentaron su frecuencia después de la segunda Guerra Mundial. Por el contrario, conforme ha transcurrido el tiempo se hace menos factible la posibilidad de una guerra general, el número de países proclives a involucrarse en ella ha declinado, y su duración se ha acortado. Existe un controvertido debate acerca de los efectos de las armas nucleares sobre la decisión de ir o no a la guerra general.

Guerra limitada

Una guerra puede considerarse limitada dependiendo de sus propósitos, del tipo de arsenales a emplear y de los blancos a agredir. La Guerra de Corea, la Guerra de Vietnam, la Guerra del Golfo, la guerra en Afganistan, y la invasión a Ira en 2003 son ejemplos de conflictos peleados de una manera limitada desde la perspectiva de EEUU. Con la excepción de Bagdad en 2003, las ciudades capitales de los contrarios nunca fueron ocupadas; las fuerzas triunfadoras no avanzaron más allá de ciertos límites. También es importante recalcar que no se utilizaron todos los arsenales a disposición de las fuerzas armadas involucradas. No obstante desde el punto de vista de los bandos opuestos a EEUU en cada conflicto, la guerra no fue en lo absoluto limitada. Dichas naciones respondieron a los ataques con todos los implementos bélicos a su alcance. Con el declive de las guerras generales, los conflictos bélicos se han vuelto más limitados y geográficamente concentrados en países en desarrollo.

Guerra civil

La guerra civil es una conflagración entre facciones dentro de un mismo Estado, las cuales pelean por el control del territorio o por el establecimiento de un nuevo gobierno. Este tipo de conflictos pueden ser generales, como la guerra de Secesión de los EEUU o la Revolución Rusa, o limitados. Las guerras civiles no sólo han sido más frecuentes que las interestatales, sino que además se ha presentado un incremento en su ocurrencia. Las causas para la guerra civil varían, desde la presencia de facciones opuestas en franca lucha por el control de un “Estado fallido” (Somalia o Liberia), hasta movimientos etnonacionalistas que pugnan por mayor autonomía o, de plano, por la secesión (chechenios en Rusia, Tamiles en Sri Lanka), o guerras por el control del Estado entre grupos étnicos, religiosos, o clanes (Colombia, Perú, Argelia, Ruanda). Aunque las razones del conflicto pueden variar, todos los actores involucrados tienen el potencial para hacer la guerra, y éste a su vez se ve impulsado por la posibilidad de adquirir pertrechos por medio del creciente mercado internacional de armas.

Mientras algunas guerras civiles se mantienen circunscritas a las fronteras nacionales, estos conflictos tienen cada vez más repercusiones internacionales. Las consecuencias transfronterizas de guerras civiles se han manifestado en la expulsión de refugiados hacia estados vecinos y la transferencia de capitales fuera del país afectado. Estados, grupos e individuos externos a la nación en guerra pueden involucrarse en el conflicto al financiar a particulares, vender armas a las distintas facciones beligerantes y ofrecer respaldo diplomático a un grupo en vez de al otro. Por lo tanto, pocas guerras civiles son enteramente internas; en muchas ocasiones se convierten en acontecimientos internacionales.

Conflicto asimétrico

Los conflictos asimétricos son aquellos donde se involucran actores con fuerzas desiguales, en los cuales la parte más débil busca neutralizar la fortaleza de su oponente, incluyendo su superioridad tecnológica, al potenciar sus debilidades. En esta forma de hacer la guerra se puede emplear el método de guerrillas contra un poder superior. También es posible utilizar alguna capacidad que el adversario no posea, como el poder de atacar o amenazar a aquellos elementos de la sociedad muy apreciados por la parte fuerte del conflicto, por ejemplo plantas de energía o reservas acuíferas. Asimismo, pueden presentarse ataques terroristas contra la población del oponente. Parte de estas tácticas consiste en ocupar el mismo sistema del enemigo en su contra, como podría ser tomar ventaja de la fluidez del sistema financiero mundial para mover fondos encauzados a organizaciones terroristas, o aprovechar las facilidades de los sistemas de visado y transporte que permiten el acceso a los extranjeros hacia un determinado país.

Terrorismo

El terrorismo es un tipo especial de conflicto asimétrico, cuya creciente importancia lo ha colocado como una de las principales amenazas a la seguridad internacional, aunque sus orígenes se remontan a muchos años atrás.

El terrorismo implica cuatro elementos primordiales: 1) premeditación, la decisión del perpetrador de cometer un acto con el objetivo de sembrar terror o miedo en los otros; 2) tener una motivación o causa, ya sea política, religiosa o económica; 3) determinar un blanco, en especial distinto a un combatiente, por ejemplo, figuras políticas, funcionarios, o personas inocentes; y 4) secrecía, porque los terroristas pertenecen a grupos clandestinos o, incluso, son patrocinados en secreto por los estados.



En la década de 1970 los terroristas comenzaron a operar por medio de secuestros aéreos para proteger su mensaje. Tras varios acontecimientos de esta índole, la comunidad internacional respondió con la firma de una serie de acuerdos multilaterales encaminados a reforzar la seguridad aeroportuaria, sancionar a los estados que dieran asilo o protección a aerosecuestradores, y condenar a los regímenes patrocinadores del terrorismo.

Responder ante un ataque terrorista se ha vuelto una labor difícil en extremo, ya que la mayor parte de las organizaciones dedicadas a ello manejan redes de simpatizantes entre la población de los lugares donde operan. Proteger a las personas de actos aleatorios de violencia es una tarea prácticamente imposible, dada la disponibilidad de armas y dispositivos explosivos en los mercados internacionales, así como la necesidad, por lo menos dentro de los estados democráticos de Occidente, de equilibrar las regulaciones sobre derechos humanos y civiles con las legislaciones antiterroristas. Las presiones son tremendas debido a la desproporcionada preocupación de la gente acerca del terrorismo, aunque este tipo de atentados en realidad maten a un número bajo de personas, por lo menos en términos relativos, al compararlos con una guerra.


LA TRADICIÓN DE LA GUERRA JUSTA

Los teóricos normativos de la política se enfocan en el concepto tradicional de la tradición de la guerra justa. A pesar de ser una doctrina de origen occidental y cristiano, acuñada en tiempos medievales, la teoría de la guerra justa está basada en la filosofía griega y en los preceptos del Corán. La teoría de la guerra justa ofrece diferentes criterios a fin de poder legitimar argumentos justos para involucrarse en un conflicto. Primero, debe haber una causa justa, así como una declaratoria de intención por parte de la autoridad competente. Asimismo, los líderes requieren tener las intenciones correctas, por ejemplo, pretender poner fin a los abusos y establecer una paz justa, además de haber agotado toda otra opción para detener el abuso, es decir, la guerra sólo se utilizaría como último recurso. Después, las fuerzas bélicas deberían ser retiradas tras cumplir con los objetivos humanitarios de la ofensiva.

La tradición de la guerra justa también se refiere a la conducta a seguir en el transcurso de una guerra. Se necesita diferenciar a los combatientes de los no combatientes. La violencia utilizada requiere ser proporcional a los fines buscados. El sufrimiento humano innecesario deberá ser evitado a toda costa y las armas particularmente crueles no deberán ser empleadas. La guerra justa es una práctica paulatina.

Hay un creciente reconocimiento entre los académicos y los estadistas sobre que, sea práctico o no, está en el mejor interés de los estados actuar de acuerdo con los principios de la guerra justa.


ENFOQUES PARA EL CONTROL DE LA INSEGURIDAD

La disparidad de poder entre los estados, la falta de capacidad para conocer las intenciones de estados e individuos, y la ausencia de una autoridad internacional influyente son factores para pensar que los países deben estar continuamente confrontados con la necesidad de manejar su inseguridad.

Enfoques liberales: Seguridad colectiva y control de armas/desarme

El ideal de la seguridad colectiva

Sustentada en la premisa de que cualquier ataque o uso desleal de la fuerza deberá ser detenido, la seguridad colectiva plantea una acción unificada a fin de enfrentar dicha agresión: todos los países se coaligarán en contra del ofensor. Los agresores potenciales saben de esta posibilidad de antemano; por lo tanto, podrían evitar elegir una opción belicosa para la consecución de sus intereses.

Uno de sus presupuestos básicos es que, a pesar de la ocurrencia de las guerras, éstas pueden ser prevenidas por medio, entre otras cosas, de la restricción de la actividad militar. Otro presupuesto es que las agresiones deberán ser detenidas. Asimismo, la seguridad colectiva sugiere una cierta claridad moral: un agresor es “malo” porque todos los agresores son moralmente “malos”, y quienes estén en lo “correcto” se verán comprometidos a actuar al unísono con el propósito de encarar la agresión. Por último la seguridad colectiva asume que los agresores conocen las consecuencias de sus acciones: la comunidad internacional se unirá para castigarlos.

Por supuesto, la esperanza subyacente de los partidarios de la seguridad colectiva es compatible con la lógica de la disuasión (una estrategia del realismo).

La seguridad colectiva no siempre funciona. ¿Realmente Manchuria y Etiopía valían una guerra? En esta instancia la seguridad colectiva no operó debido a la falta de compromiso por parte de otros estados y la carencia de voluntad de la comunidad internacional por actuar en concierto. En los tiempos posteriores a la segunda Guerra Mundial la seguridad colectiva no pudo materializarse a causa de las diferencias fundamentales en los intereses e ideologías de las naciones.

La seguridad colectiva también es inoperante debido a la naturaleza problemática de sus presupuestos. ¿Puede un agresor ser siempre identificado con facilidad? Por lo menos no con claridad. Más aun, incluso cuando se identificase al agresor, ¿en verdad esa parte está actuando mal o está equivocada? Los teóricos de la seguridad colectiva responderían, por definición, que sí. Pero tratar de corregir un mal previo no necesariamente es incorrecto; intentar hacer justicia por una injusticia anterior tampoco siempre es injusto. Igual que el equilibrio de poder, la seguridad colectiva, en la práctica, respalda al statu quo en una etapa específica del tiempo.

Control de armas y desarme

La lógica de este enfoque sobre seguridad es muy clara: a menor número de arsenales, mayor seguridad. Al regular la espiral ascendente del armamentismo, y al reducir tanto la cantidad de pertrechos como el tipo de artefactos empleados, también disminuyen los costos del dilema de seguridad. La mayoría de los convenios más relevantes sobre el control de armas, ya sean bilaterales o multilaterales, conminan a los estados a reducir la cantidad o el tipo de arsenales que poseen. Pocos de ellos fueron diseñados para frenar la distribución de ciertos armamentos específicos a estados que no los tienen. Por otra parte, al menos uno de los acuerdos ha hecho uso de procesos formales y multilaterales a fin de verificar si se cumplían o no los términos del pacto. Sin embargo, casi todos los tratados sobre el control de armas se firman después de serias vicisitudes.

La lógica de los pactos sobre el control de armas no es impecable, y mucho menos elimina el dilema de la seguridad. Es comprensible sentirse inseguro si el enemigo tiene una piedra más grande o mejor para atacar. Asimismo, tal como argumentan los realistas, la política de Estado a favor de esos acuerdos no es algo que ocurra con plena seguridad.

Los esquemas de desarme total idealizados por los pensadores liberales utópicos son poco factibles, ya que implican enormes riesgos. El desarme unilateral podría colocar al Estado en cuestión en una posición de gran inseguridad.

Equilibrio de poder

Los teóricos del equilibrio de poder afirman que, a fin de controlar la inseguridad, los estados realizan evaluaciones racionales y calculadas de los costos y beneficios de aplicar ciertas políticas determinantes en el papel de cada Estado dentro del equilibrio de poder. Todos los países del sistema se hallan en una constante dinámica de toma de decisiones con el propósito de aumentar sus propias capacidades y debilitar el potencial de sus contrapartes, lo cual ayuda a la conservación del equilibrio de poder. Cuando este esquema se ve en riesgo, se genera una inseguridad que conduce a los estados a emprender estrategias compensatorias.

Las alianzas representan la herramienta institucional más importante para fortalecer el poder de los estados y así competir con el potencial de poderío que perciben de sus oponentes. Si un Estado amenaza con conseguir una posición dominante en el sistema, los países amenazados se unirán con otros a fin de evitarlo. A esto se lo llama equilibrio externo. Los estados también pueden aplicar el equilibrio interno, es decir, incrementar sus propias capacidades militares y económicas con objeto de contrarrestar el potencial de los enemigos que los amenazan.

El equilibrio de poder opera del mismo modo en los ámbitos regional e internacional. Los equilibrios de poder entre los países dentro de regiones geográficas específicas también son una manera de controlar la inseguridad.

Los teóricos del realismo aseguran que el equilibrio de poder es la técnica más adecuada para el control de la inseguridad. Dicho modelo es compatible con la naturaleza del hombre y del Estado, la cual implica la protección del interés propio a través de la conservación de una favorable posición de poder relativo respecto a la de los demás.

Sin embargo, una limitación fundamental del modelo de equilibrio de poder es su falta de capacidad para controlar la inseguridad durante períodos de transformaciones radicales. Este esquema se sustenta en la preservación del statu quo.

La noción de equilibrio de poder es particularmente problemática durante períodos de transición (fin de la guerra fría). Aunque Rusia se ha opuesto a la expansión de la OTAN por considerarla una amenaza militar en su contra, los estados miembro de la organización en particular EEUU, conciben la ampliación como una consecuencia natural de haber ganado la Guerra Fría, ante la necesidad de establecer un nuevo orden de seguridad.

Dado el colapso de la amenaza soviética, muchos observadores llegaron a cuestionarse cuál era el sentido de que la OTAN continuara existiendo. A partir del inicio de la llamada guerra contra el terrorismo en septiembre de 2001, la OTAN ha comenzado un proceso de transformación que la llevará de ser una alianza puramente defensiva, a una más adaptable al nuevo entorno de seguridad.

Disuasión: El equilibrio de poder replanteado

El objetivo de la teoría de la disuasión consiste en eludir el advenimiento de la guerra. Bajo la lógica de la disuasión, las conflagraciones bélicas pueden evitarse por medio de la amenaza del uso de la fuerza.

En sus orígenes la teoría de la disuasión se fundamentó en una serie de conceptos básicos. El primero y más importante es el presupuesto realista de la racionalidad de quienes toman las decisiones. Estos individuos, cuya naturaleza se supone racional, prefieren, en teoría, evitar recurrir a la guerra en aquellas situaciones en las cuales el corto anticipado de una agresión es mayor a la ganancia esperada. En segundo término, se admite que las armas nucleares tienen un potencial de devastación inaceptable, razón por la cual los líderes no optarán por una acción ofensiva contra un Estado nuclear. En tercer lugar, la teoría asume la existencia de varias alternativas disponibles para quienes toman las decisiones a fin de impedir la eventualidad de un conflicto.

Como requisito para hacer de la disuasión una estrategia efectiva, los estados deberán acrecentar sus arsenales a fin de constituirse como una amenaza creíble. Será indispensable para cada nación enviar señales a sus oponentes acerca de su potencial de peligrosidad.

Aun con lo lógica y efectiva que parece y ha demostrado ser la disuasión, los presupuestos de su teoría son bastante problemáticos, ¿Realmente todos los que toman las decisiones claveen los estados se comportan de manera racional? ¿Existirá algún individuo o grupo proclive a asumir el riesgo de ser destruido? Igualmente problemáticas son las implicaciones políticas divergentes emanadas de la disuasión y la proliferación de armas.

Tanto el equilibrio de poder como la disuasión dependen del uso unilateral de la fuerza o de la amenaza de utilizar la violencia a fin de tomar el control del poder, mientras que los modelos liberales se basan en los esfuerzos colectivos.


 
 
 

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