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"La imaginación sociológica, Mills - Sociología General - SERRANO"

  • Foto del escritor: cecsprensa
    cecsprensa
  • 18 nov 2014
  • 5 Min. de lectura

Los hechos de la historia contemporánea son también hechos relativos al triunfo y al fracaso de los hombres y mujeres individuales. Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas. Los hombres no poseen la cualidad mental esencial para percibir la interrelación del hombre y la sociedad, de la biografía y de la historia, del yo y del mundo. Los hombres advierten con frecuencia que los viejos modos de sentir y de pensar se han ido abajo y que los comienzos más recientes son ambiguos hasta el punto de producir parálisis moral. Lo que los hombres necesitan es una cualidad mental que les ayude a usar la información y a desarrollar la razón para conseguir recapitulaciones lúcidas de lo que ocurre en el mundo y de lo que quizás está ocurriendo dentro de ellos, esto se llama la imaginación sociológica, lo que posibilita la reflexión acerca de la relación entre experiencia individual y contexto.


El primer fruto de esa imaginación es la idea de que el individuo sólo puede comprender su propia experiencia y evaluar su propio destino localizándose a sí mismo en su época: puede conocer sus propias posibilidades en la vida si conoce las de todos los individuos que se hallan en sus circunstancias. Por el hecho de existir contribuye a dar forma a esa sociedad y al curso de la historia, aún cuando él está formado por la sociedad y por su impulso histórico. También nos permite captar la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro de la sociedad, ésa es su tarea y su promesa. Es la capacidad de pasar de una perspectiva a otra, de las transformaciones más impersonales y remotas a las características más íntimas del yo humano, y de ver las relaciones entre ambas cosas. Los hombres, por medio de la imaginación sociológica, adquieren un modo nuevo de pensar, experimentan un trastrueque de valores; en una palabra, por su reflexión y su sensibilidad comprende el sentido cultural de las ciencias sociales.

Lo más importante es que la imaginación sociológica le permite al sociólogo, buscar la conexión entre los hombres individuales, la realidad histórica, y su relación con la sociedad.


La distinción más fructuosa con que opera la imaginación sociológica es quizás la que hace entre “las inquietudes personales del medio” y “los problemas públicos de la estructura social”. Esta distinción es un instrumento esencial de la imaginación sociológica y una característica de toda obra clásica en ciencia social. Una inquietud es un asunto privado: los valores amados por un individuo le parecen a éste que están amenazados. Los problemas se relacionan con materias que trascienden del ambiente local del individuo y del ámbito de su vida interior. Darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez es ser capaz de descubrir esos vínculos entre una gran diversidad de medios; y ser capaz de eso es poseer imaginación sociológica.


Para formular problemas e inquietudes, debemos preguntarnos qué valores son preferidos, pero amenazados, y cuáles preferidos y apoyados por las tendencias características de nuestro tiempo.



Estimación y no amenaza à BIENESTAR.

No estimación y amenaza à MALESTAR

No estimación ni amenaza à INDIFERENCIA.

Estimación y amenaza à CRISIS.


El principal peligro para el hombre reside hoy en las fuerzas ingobernables de la sociedad contemporánea misma, con sus métodos impersonales de producción, sus técnicas envolventes de dominación política, su anarquía internacional, en una palabra, con sus penetrantes transformaciones de la “naturaleza” misma, del hombre y las condiciones y finalidades de su vida. La primera tarea política e intelectual del científico social consiste hoy en poner en claro los elementos del malestar y la indiferencia contemporáneos. Es a causa de esta tarea por lo que las ciencias sociales se están convirtiendo en el común denominador de nuestro periodo cultural, y la imaginación sociológica en la cualidad mental más necesaria.


En todas las épocas intelectuales tiende a convertirse en común denominador de la vida cultural determinado estilo de pensamiento. El que prevalezca común denominador no significa, naturalmente, que no existan otros estilos de pensamiento y otros tipos de sensibilidad. Creo yo que la imaginación sociológica se está convirtiendo en el principal común denominador de nuestra vida cultural y en su rasgo distintivo. Las cualidades de esta imaginación se han convertido en rasgos fundamentales de esfuerzo intelectual y de sensibilidad cultural en una gran diversidad de expresiones. Es una cualidad que parece prometer de la manera más dramática la comprensión de nuestras propias realidades íntimas en relación con las más amplias realidades sociales. Es una facultad mental que posibilita a los hombres evaluar las situaciones desde una perspectiva superadora de los estrictos límites de la particularidad, tomando en cuenta los procesos históricos y la formación económico-social en la que están insertos.


La necesidad sentida de revalorar la ciencia física refleja la necesidad de un nuevo denominador común. Es el sentido humano y el papel social de la ciencia, sus consecuencias militares y comerciales, su significación política, lo que está experimentando una revaloración confusa. Es la realidad social e histórica lo que los hombres necesitan conocer, y muchas veces no encuentran en la literatura contemporánea un medio adecuado para hacerlo. Quieren también valores orientadores y maneras apropiadas de sentir y estilos de emoción y vocabularios de motivación. A falta de una ciencia social adecuadas, los críticos y los novelistas, los dramaturgos y los poetas han sido los principales, si no los únicos, formuladores de inquietudes individuales y hasta de problemas públicos.


Su propósito es definir el significado de las ciencias sociales para las tareas culturales de nuestro tiempo. Especificar las clases de esfuerzo que están detrás del desarrollo de la imaginación sociológica, indicar lo que ella implica para la vida política y para la vida cultural, señalar algo de lo que se necesita para poseerla, y de esta manera, aclarar la naturaleza y los usos de las ciencias sociales en la actualidad. Lo que puede llamarse análisis social clásico es una serie de tradiciones definibles y usables; que su característica esencial es el interés por las estructuras sociales históricas; y que sus problemas tienen una relación directa con los urgentes problemas y las insistentes inquietudes humanas. La atención intelectual y la atención pública están ahora tan manifiestamente fijas sobre los mundos sociales que se supone que los profesionales de las ciencias sociales estudian, que hay que reconocer que se encuentra por única vez ante una oportunidad en la cual se revelan la promesa intelectual de las ciencias sociales, los usos culturales de la imaginación sociológica y el sentido político de los estudios sobre el hombre y la sociedad.


 
 
 

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