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“El lugar de Corea en el Sol, Bruce Cummings - Seminario Este Asiático - MARÍA DEL PILAR ÁLVAREZ”

  • Foto del escritor: cecsprensa
    cecsprensa
  • 22 nov 2014
  • 19 Min. de lectura

Capítulo Tercero: Eclipse, 1905 – 1945


Los historiadores japoneses y coreanos han evitado escribir la historia sobre el periodo posterior a 1910 con fuentes primarias, documentos archivados, entrevistas, etc. Esto se debe a que aún muchos archivos permanecen clasificados pero también porque el periodo colonial para los historiadores es doloroso y está saturado de mitos sobre los que no se pueden encontrar verificación. El imperialismo japonés apuñalo la antigua Corea y la retorció, y esa herida ha roído la identidad nacional coreana desde entonces. Esa es la razón fundamental de que se haya escrito tan poco sobre la historia contemporánea.

Corea tuvo unidad étnica y lingüística y fronteras nacionales largamente reconocidas mucho antes que los pueblos de Europa. Además, por su proximidad con China, siempre se había sentido superior o igual a Japón. Frente a esto, desde 1910, los japoneses se dedicaron a sustituir en vez de crear en Corea: cambiaron por una elite gobernante japonesa a los funcionarios letrados yangban coreanos, instituyeron la coordinación imperativa colonial en el lugar de la antigua administración central estatal; reemplazaron con la educación moderna japonesa a los clásicos confucianos; erigieron al capital y la practica japonesa en el lugar de las versiones coreanas incipientes, el talento japonés en el lugar coreano, finalmente también reemplazarían con el japonés el idioma coreano.

Los coreanos nunca estuvieron agradecidos por estas sustituciones y vieron como Japón se apoderaba del antiguo régimen, de la soberanía y de la independencia de Japón, de su modernización nativa aunque incipiente y de su dignidad nacional. Por lo tanto, la mayoría de los coreanos siempre considero al dominio japonés como humillante e ilegitimo.


El fin de la Dinastía Choson:


Durante la década de 1890, Rusia y Japón tenían mas poder directo sobre Corea que cualquier otra potencia. Sin embargo, no pudieron ponerse de acuerdo en separar sus respectivos intereses en Corea, lo que les llevo a una guerra en 1904. Con la victoria japonesa, Rusia reconoció los derechos superiores de Japón en Corea en el tratado de paz firmado en 1905, bajo los auspicios de Roosevelt. Al mismo tiempo se estableció un trueque entre estadounidenses y japoneses por las Filipinas y Corea. Estados Unidos no desafiarían el nuevo protectorado de Japón, ni este cuestionaría los derechos estadounidenses sobre la colonia.

De este modo Japón consiguió tener vía libre sobre Corea, tras haber vencido a China y Rusia, y el apoyo de Estados Unidos y Estados Unidos por no cuestionar sus colonias. Este apoyo también se fundaba en que los occidentales aprobaban el rol modernizador de Japón en Corea. Japón era percibido como el portaestandarte ilustrado, ungido, de la civilización blanca, con el disfraz de pueblo amarillo.

Por otro lado, Japón también era alabado por los británicos dada la decadencia de Gran Bretaña, el avance alemán como potencia mundial y que Japón era un aliado británico desde 1902. Además, Japón era visto como un modelo de eficiencia y productividad a imitar.

Así, con este apoyo, Japón estableció un protectorado en 1905 en Corea, tomando el control de su diplomacia, poniendo a su policía en las calles, y manejando el sistema telegráfico, entre otros aspectos importantes. Ito Hirobum, líder Meiji, fue el residente general durante el protectorado, estableciéndose allí por medio de la fuerza.

Los coreanos se opusieron a esto y el palacio de Kojong apelo a las potencias a que salvaran la independencia de Corea enviando tres coreanos a la Convención de Paz de la Haya en 1907. Sin embargo allí se estableció que Kojong ya no tenia soberanía sobre las relaciones exteriores de Corea. Posteriormente, Ito disolvió al antiguo ejército coreano, el comandante de la 1º Guardia de Infantería, Pak Song-hwan, se suicido mientras sus tropas peleaban contra las japonesas en Seúl. Las fuerzas coreanas se retiraron de la ciudad y formaron “los ejércitos de la virtud” de guerrilleros en el interior del país.

Cuando Kojong abdico Yi Wan-yong se convirtió en Primer Ministro y dirigió el gobierno por mandato de los japoneses. En mayo de 1910 el general Terauchi Masatake se convirtió en el nuevo residente general, formulando los términos del Tratado de Anexión con el Primer Ministro Ti Wan-yong y consiguiendo que este firmara el documento final el 22 de agosto de 1910. El 29 de agosto de ese año Sunjong renuncio al trono y Corea se convirtió en colonia japonesa.

La resistencia coreana a la anexión continuó a lo largo de los primeros años de la colonización. Los más importantes fueron los uibyong irregulares y los guerrilleros, que hostigaron a los japoneses desde 1907 hasta 1910. La mayor parte de ellos eran soldados desmovilizados y letrados patriotas, que fueron al interior del país y sumaron adherentes campesinos. En muchos casos también, las milicias campesinas se levantaban espontáneamente. Por el lado de Ch’oe, quien lideraba a los insurgentes en la provincia de Cholla, su resistencia no duro demasiado: fue capturado y puesto en prisión en la isla Tsushima, donde murió de hambre en 1906.

A pesar de que se culpe a Yi Wan-yong como un traidor frente a una masa de patriotas que se oponían a la anexión de Japón, en realidad el progreso japonés atrajo a muchos coreanos antes de 1905 y tentó o subvirtió a muchos otros a partir de entonces; los funcionarios coloniales siempre usaron técnicas de “divide y vencerás”; además muchos coreanos sirvieron a la dictadura colonial mas años de los que admitirían y muchos coreanos modelaron su comportamiento sobre la practica japonesa recién después de 1945. En la primera década del siglo XX, Japón atraía la atención del mundo incluyendo a los progresistas asiáticos. Así, en Corea, una organización llamada Ilchinhoe, o Sociedad del Progreso y la Unidad, inscribió a un gran número de coreanos en una nueva organización de masas que apoyaba las políticas de Japón.


Colonialismo administrativo: ¿modernización o explotación?


La experiencia colonial fue para Corea una experiencia intensa y amarga y la marco profundamente durante la posguerra. Le llevo desarrollo y subdesarrollo, crecimiento agrario y profundizo el arrendamiento, la industrialización y una dislocación extraordinaria, movilización política y desactivación, le dio un nuevo rol al Estado central, nuevos grupos de lideres políticos coreanos, comunismo y nacionalismo, la resistencia armada y colaboracionismo traidor, sobre todo, dejó fisuras profundas y conflictos que han roído el alma coreana desde entonces.

Japón controlo firmemente a Corea mediante un colonialismo organizado. Políticamente, los coreanos apenas respiraban, pero económicamente hubo un crecimiento significativo, aunque desigualmente distribuido. La producción agrícola creció sustancialmente en la década de 1920, y una industrialización protegida echo raíces en la de 1930. Los índices de crecimiento de la economía coreana con frecuencia superaron a los de Japón.

La Compañía de desarrollo Oriental organizo y financio proyectos industriales y agrícolas y llego a poseer más del 20% de la tierra arable de Corea; empleo un ejército de funcionarios que merodeaba por todo el interior del país para supervisar la producción agrícola. El Banco de Corea colonial ejecuto las funciones de un banco central. Los cuerpos judiciales centrales, por su parte, crearon leyes nuevas estableciendo un extendido y “legalizando” sistema de discriminación racial contra los coreanos, haciéndolos ciudadanos de segunda clase en su propio país. Los japoneses también colocaron vías férreas, construyeron puertos, instalaron fábricas modernas, y, en síntesis, rehicieron la cara de la antigua Corea.

Hoy en día , la idea de que los japoneses modernizaron Corea genera negaciones indignadas, emociones crudas y una sensación de haber sufrido una mutilación criminal, o de estar por sufrirla. Los coreanos siempre han pensado que los beneficios del crecimiento fueron en su totalidad a Japón y que Corea se habría desarrollado rápidamente sin la ayuda de Japón. De esta forma, si Japón llevo los establecimientos modernos a sus colonias, se lo debe considerar colonialismo o modernización. La respuesta coreana es “colonialismo” y la japonesa y taiwanesa es “modernización”.

Sin embargo, si pensamos las cosas con una concepción foucaultiana del poder y de la modernidad, no hay una distinción fundamental entre el colonialismo japonés y el proyecto industrial moderno y, en consecuencia, no existe una distinción básica entre el colonialismo japonés y la modernización surcoreana, norcoreana y taiwanesa. Japón coloco a sus ciudadanos bajo un régimen de educación pública que parece perfectamente diseñado para desarrollar un sujeto político trabajador, con vicios de autocontrol y represión. El Estado colonial fuerte proporciono un modelo subrepticio para ambas Coreas en el periodo posterior a 1945. Japón les enseño una versión temprana del camino “burocrático-autoritario” hacia la industrialización, y esa fue una lección que pareció bien aprendida en la década de 1970.

El Estado Meiji de Japón, para perseguir la industrialización, no tenía más opción que actuar como empresario, financista y gerente dado que el capital era demasiado débil, tímido e inexperto para emprender el desarrollo.

Japón no envió a Corea conquistadores sino que escogió burócratas civiles como modelos del dominio despótico: el arquetipo seria un hombre como Goto Shimpei, un administrador colonial en Taiwan y más tarde activo en Corea y Manchukuo.

Los japoneses nunca destruyeron a la aristocracia yangban de la dinastía Choson. Esta aristocracia, más allá de sus sublimes letrados y artes, era una clase separada de los coreanos comunes y creían que la gente común debía proporcionarles el sustento. Esta sinceridad los llevo al error y los privo de tener una idea de cómo movilizar a la gente real que durante tanto tiempo habían explotado, para poder resistir a Japón. No fueron destruidos dado que siglos de legitimación aristocrática serian una ventaja para los colonizadores, si los estos conseguían hacerse de su cooperación. Asi, los altos funcionarios coreanos fueron reemplazados por japoneses, pero a los terratenientes se les permitió conservar sus propiedades y se los insto a que continuaran disciplinando a los campesinos y extrayendo arroz para la exportación. Esas políticas enraizaron más firmemente a los terratenientes coreanos en las localidades, cortando su red de conexiones con el centro político en Seúl y usando su poder y legitimidad tradicionales para extraer arroz de los campesinos para el mercado exportador. Poco después de que los japoneses tomaran el poder, el sistema tradicional de tenencia de la tierra fue colocado bajo bases modernas o legal-racionales a través de las nuevas leyes de arrendamiento un nuevo catastro completo.

La Primera Guerra Mundial produjo que las exportaciones japonesas aumentaran, transformándose de una nación deudora con excedente de fuerza laboral en una nación acreedora con abundante capital y pleno empleo. Este rápido crecimiento llevo a que se triplicara el precio del arroz en Japón. Repentinamente las inversiones estuvieron disponibles para Corea, y los terratenientes coreanos hicieron muy bien, también, en permitirles que compraran tierras adicionales. El arrendamiento agrario se profundizo sistemáticamente a lo largo del periodo colonial; para 1945 Corea tenía un sistema de arrendamiento con pocos paralelos en el mundo. Muchos terratenientes estaban conformes con sentarse y dejar que los funcionarios japoneses, quienes pensaban que los coreanos debían llegar tan lejos como les fuera posible, incrementaran la producción. En 1945 los yangban coreanos eran ampliamente considerados como colaboracionistas traidores con los japoneses y surgieron fuertes demandas para que se distribuyera su tierra entre los arrendatarios.

En la primera década de su dominio, los japoneses avanzaron en una política militar de mano dura, por la fuerte resistencia que encontraron en su acceso al poder en el periodo 1905 - 1910. EL gobierno general se ubico sobre la sociedad coreana, ejerciendo un control autoritario y coercitivo. Tenían contacto, aunque tenue, solo con la clase alta y los advenedizos coloniales. Los japoneses fortalecieron el poder burocrático central en Corea, demoliendo el antiguo balance y tensión con la aristocracia propietaria. Había una fuerza policial nacional controlada centralmente y altamente móvil, que era responsable hacia el centro y que poseía sus medios propios de comunicación y transporte. Durante décadas los policías mantuvieron el orden y ayudaron a “llevar la cosecha”, manejando la seguridad del circuito de la producción de arroz desde los arrozales a Japón. Alrededor del 40% al 50% de esta fuerza colonial fue coreana, dependiendo de la década.

Japón también estaciono un gran ejército en Corea, tanto para control como para vigilar la seguridad en Asia continental. Todos los gobernadores generales fueron militares durante el periodo colonial.

Sumado al ejército japonés había una horda de burócratas. Para la última década del periodo colonial, unos 246000 funcionarios y profesionales japoneses gobernaban sobre alrededor de 21 millones de coreanos.


El ascenso del nacionalismo y el comunismo coreanos


La emergencia de los grupos nacionalistas y comunistas se retrotrae a la década de 1920; es en este periodo en que se inicio realmente la división derecha – izquierda de la Corea de posguerra. La transformación de la aristocracia yangban también comenzó en ese momento. En la década de 1930 surgieron nuevos grupos de resistentes armados, burócratas y, por primera vez, líderes militares.

En 1093 ocurrieron movimientos de masas en muchos países coloniales y semicoloniales, incluyendo Corea. Basándose en las promesas de autodeterminación de Woodrow Wilson, un grupo de 33 intelectuales, peticionaron la independencia de Japon el 1º de marzo y desencadenaron protestas de masas por toda la nación que se extendieron durante meses. Los japoneses y la policía militar no pudieron contener esta revuelta y tuvieron que acudir al ejército e incluso a la armada. Al menos, medio millón de coreanos participaron de las manifestaciones de marzo y abril, con disturbios en más de 600 lugares.

Presionados por la resistencia coreana, por Wilson, por Lenin y por el reproche extranjero general, los líderes japoneses comprendieron que eran colonizadores en el siglo equivocado. Por lo tanto, la mitad del año 1919 marco el comienzo de la “política cultural” imperial para preparar a los coreanos para el día de su independencia. Esta política inauguro un periodo de resistencia “gradual” al colonialismo, en el que los coreanos aprovecharon la relajación de las restricciones a su libertad de opinión y de reunión para organizar una variedad de grupos nacionalistas, socialistas y comunistas, algunos abiertamente y otros de modo clandestino. Ahora se podía volver a comprar periódicos coreanos y muchas publicaciones en idioma coreano surgieron a principio de la década de 1920.

En esa misma década, las ideas socialistas se esparcieron entre los jóvenes coreanos, siendo los humildes los principales sujetos del movimiento. Como en China, los jóvenes coreanos dieron la espalda al confucianismo y a su propia historia, abrazando rápidamente la ciencia, la democracia y el socialismo. Aquí está la raíz de la negación radical del pasado que tomo mucha fuerza en ambas Coreas después de la Segunda Guerra Mundial; La antigua Corea parecía no tener un pasado útil ni para los reformadores capitalistas ni para los nacionalistas radicales. Apuntaron hacia un futuro de cuyo pasado no podían escapar.

Los socialistas y comunistas eran nacionalistas coreanos, pero los nacionalistas también estaban divididos entre los que permanecían en Corea y los que se habían exiliado; y los nacionalistas en Corea estaban divididos en radicales y “gradualistas”, sosteniendo estos últimos que la forma de preparar a los coreanos para la independencia era a través de las actividades culturales y educativas. Los exiliados se dividieron luego entre quienes favorecían la lucha armada y militante y los que sostenían los métodos diplomáticos para asegurar la independencia de Corea.

Sin embargo la división mas fuerte llego a Corea después de la Primer Guerra Mundial fue entre el idealismo liberal de Wilson y el socialismo de Lenin. Los liberales contaban con la ventaja de estar asociados con los ideales de autodeterminación de Wilson, y la desventaja de que Estados Unidos no estaba interesado en apoyar la independencia coreana; además, su base social dentro de Corea era muy estrecha. Los socialistas tenían la desventaja del accionar de la policía japonesa y la ventaja de una base de masas potencialmente amplia y el espíritu de sacrificio en nombre de Corea, por lo que a fines de la década de 1920 lideraban el movimiento de resistencia coreano. Los izquierdistas y comunistas tuvieron éxito en arrebatar el control de la revolución coreana a los nacionalistas; plantaron un núcleo profundo de influencia comunista entre el pueblo coreano, particularmente entre los estudiantes, los grupos juveniles, los trabajadores y los campesinos. Para los coreanos, en general, los sacrificios de los comunistas, tenían un fuerte impacto, mucho más profundo que el de los atentados ocasionales de los nacionalistas. La apariencia angustiada de los comunistas que sufrían las torturas, su actitud austera y disciplinada hacia el enemigo común de todos los coreanos, ejerció un efecto de largo alcance sobre el pueblo.

El Partido Comunista Coreano (PCC) fue fundado en Corea en 1925. En este periodo también surgieron varios grupos nacionalistas, incluyendo al exiliado Gobierno Provisional Coreano (GPC) en Shanghai. Cuando los nacionalistas fracasaron en su intento de unificar China después de la derrota japonesa, el GPC prácticamente se disolvió.

La aguda represión política y el faccionalismo interno hicieron imposible que los grupos radicales perduraran en el tiempo. Muchos líderes nacionalistas y comunistas fueron encarcelados a fines de la década de 1920 y fueron liberados recién en 1945. Sin embargo, cuando Japón invadió y luego anexo Manchuria en 1931, surgió una fuerte resistencia guerrillera emprendida por chinos y coreanos.

En este entorno surgió Kim II Sung (1912-1994). Era un importante líder guerrillero a mediados de la década de 1930 y era considerado por los japoneses como uno de los guerrilleros más efectivos y peligrosos.

La resistencia a los japoneses es la principal doctrina legitimadora de la RDPC, los norcoreanos retrotraen el origen del ejército, el liderazgo y su ideología a este momento fundante. Actualmente el liderazgo principal norcoreano todavía incluye importantes líderes que lucharon contra los japoneses en Manchuria.


Colonialismo desarrollista (177 – 189)


En un principio, Japón se había decidido apoderarse del comercio de Corea. Las autoridades coloniales crearon leyes en 1910 que inhibían la formación de firmas coreanas, con limites sobre la cantidad del capital inicial que podía ser coreano; esto se produjo en el momento en que el capital japonés ya era bastante predominante: Las firmas de propiedad japonesa constituían el 70% del total, las firmas japonesas-coreanas el 10,5 % y las firmas puramente coreanas el 18%. Sin embargo, bajo la política cultural de 1920 el comercio coreano comenzó a crecer.

El resultado más importante de esta política para la industria coreana fue el rol integral que pronto adquirió la “dirección administrativa”. De Japón en toda la economía regional del noreste asiático. Ahora Corea tenía que jugar su papel en el esquema vinculado a la metrópoli con las economías del interior.

Japón entro en un periodo de estancamiento económico en la década del 20 e impulso políticas de libre comercio, generando que la “democracia de Taisho” fuera para los teóricos de la modernización la culminación progresista de la exitosa historia Meiji, estropeada mas tarde por la aberración del militarismo de la década de 1936-1945. Aquí se trataba de de una versión temprana de lo que ahora se denomina “desarrollo orientado a la exportación.

También visible en este punto temprano se encontraba el modelo desarrollista de los prestamos patrocinados por el Estado a tasas de interés preferenciales como un medio para estimular el desarrollo industrial y sacar ventaja de los ciclos de productos fabricados por las firmas cuya disponibilidad de capital era con frecuencia mucho menor que su deuda pendiente.

Para mediados de los años 30 este tipo de financiamiento se había convertido en una práctica común; la institución clave en este modelo era el Banco Industrial Coreano, la fuente principal de capital para las grandes firmas coreanas. Mientras tanto el Banco de Chosen ejerció el rol de banco central y proporciono capital a lo largo de todo el dominio imperial en el noreste de China.

Uno de los delegados japoneses explico que la industria coreana seria integrada al planeamiento general en Tokyo y que requeriría alguna protección si aceptaba su lugar en “unidad japonesa-coreana única, coexistente y prospera”.

Los japoneses fueron y son grandes constructores de vías férreas, como parte integral de su arquitectura industrial. Los ferrocarriles tuvieron efectos de penetración y de integración, acelerando la comercialización de la agricultura y reemplazaron a los carros de madera, a las carreteras tiradas por bueyes y a los caminos serpenteantes por medios de transporte mas actualizados. Al igual que muchas otras instituciones japonesas, la red de ferrocarriles fue para los pueblos de Corea y Manchuria un anuncio del cambio sin precedentes y un símbolo del poder japonés.

En la década de 1930 Japón promovió políticas de puertas cerradas con claros objetivos de corte keynesiano (ayuda a las aldeas agrícolas, un aumento del ejercito, y un “big push” de las industrias pesadas, con el fin de sacar de la depresión a Japón y sus colonias). Corea fue industrializada para salir de la depresión, con índices de crecimiento en el promedio de fabricación de más del 10% anual; a diferencia de Japón, Corea era “un paraíso capitalista” con impuestos comerciales mínimos y escasas regulaciones sobre las condiciones de trabajo y las prácticas comerciales.

En la agricultura, los coreanos consumían mijo de Manchuria mientras exportaban arroz a Japón; lo mismo ocurría con los textiles, ya que confeccionaban ropas bastas para los manchurianos mientras que Japón producía sedas finas y algodón, preferidos por los consumidores metropolitanos.

. Manchukuo fue establecido el 1º de marzo de 1932, y la fecha fue escogida para molestar a los coreanos. Modelado sobre la colonia coreana, el nuevo estado títere no iba a experimentar nada tan desagradable como el Movimiento 1º de Marzo. En lugar de eso, Manchuria tuvo algo mucho peor, un esqueleto de ciudades modernizadas y nuevas industrias y un interior que se transformo en un cenagal de revuelta y violencia para el ejercito japonés.

Sin embargo, Manchuria también fue una arena de oportunidades para los coreanos cultivadores de arroz, burócratas, soldados y empresarios. Alrededor de un millón y medio de coreanos vivían allí en 1940. Los coreanos también sirvieron en la policía y las organizaciones militares del Estado títere, y lo mismo hicieron muchos de los funcionarios más importantes de la Corea del Sur de posguerra.

En 1936 la industria pesada constituía el 28% del total de la producción industrial, y más de medio millón de coreanos estaban empleados en la industria, una cifra que se triplico para 1945.

El grupo más importante en el comercio coreano durante el periodo colonial, el primer chaebol de Corea surgió entre unos terratenientes que se convirtieron en empresarios en las provincias de Cholla, al sudoeste, a veces denominada área de Honam, repleta de ricos arrozales de doble cosecha y completamente involucrada en el comercio de exportación a través de los grandes puertos.

En los años 30 muchos terratenientes de Honam intervenían el comercio urbano fundando compañías textiles, de artículos de goma y bancos agrícolas e industriales. Otros empresarios coreanos superaron un duro camino socialmente y un camino fácil colonialmente: tenían orígenes plebeyos o parias e hicieron dinero trabajando para los japoneses. ¿Qué alternativa tenían estos coreanos talentosos en la colonia? Perder las oportunidades de sus vidas renunciando, resistiendo y finalmente muriendo o siendo encarcelados, o participar.






La Olla de Presión del Período Colonial


Durante la última década de dominio japonés sobre Corea, la situación colonial llego a un clímax, colapso abruptamente y dejo al pueblo coreano y a dos grandes potencias muy diferentes para que lidiaran con los resultados.

A mediados de la década de 1930 Japón entro en una fase de industrialización pesada que abarcó a todo el noreste asiático localizando industria pesada en sus colonias, aportando los medios de producción a la fuerza laboral y las materias primas. Manchuria y el norte de Corea tuvieron fundiciones de acero, plantas automotrices, complejos petroquímicos y enormes instalaciones hidroeléctricas. La región era manejada exclusivamente por Japón y la mantenía unida al mercado metropolitano de tal manera que las fronteras nacionales se volvieron menos importantes que la nueva producción transnacional integrada. Estos cambios fueron inducidos externamente y servían a los intereses japoneses, no a los coreanos. En consecuencia, representaban una especie de sobre desarrollo.

Los mismos cambios mantuvieron el subdesarrollo en la sociedad coreana como un todo. Dado que los cambios eran exógenos, las clases altas y dirigentes coreanas no prosperaron; en vez de eso, su desarrollo fue retrasado o inflado repentinamente a instancia de los japoneses. En los 30’s el efecto combinado de la depresión y la industrialización de la península expulso a grandes poblaciones de los campos atrayéndolas a las nuevas ciudades e industrias. A partir de 193, cuando el imperialismo japonés se expandió drásticamente, los coreanos se convirtieron en capital humano usado para trabajar en las nuevas fábricas del norte de Corea y Manchuria, en las minas y otros emprendimientos en Japón y en las fábricas humanas del sur de Corea. Además, desde 1935 a 1945 Corea inició su revolución industrial.

Pocas sociedades agrarias, si es que alguna, fueron objeto, en tan corto tiempo, de movimientos de población y dislocamientos como lo fue Corea en la última década del dominio japonés. En 1944 alrededor del 20% de todos los coreanos, de los cuales la mayoría tenía entre 15 y 40 años se encontraba en el exterior o en provincias distintas de las que había nacido.

Esta nueva fuerza laboral provino de un excedente de población campesina, que había sido duramente golpeada por la depresión y por un rápido incremento de la concentración de la propiedad. Las provincias más pobladas eran las del sur de Corea y fueron las que tuvieron las mayores migraciones de población. Los campesinos dejaron el interior del país buscando trabajo porque no conseguían en sus aldeas o porque necesitaban un salario mayor. Además muchos campesinos perdieron su tierra o sus derechos a trabajar la tierra solo para terminar trabajando en establecimientos fabriles desconocidos, haciendo los trabajos sucios por sueldos muy bajos.

Esto fue, en su totalidad, un movimiento forzado o impulsado cuando Japón comenzó una guerra en el norte de China y a partir de entonces busco organizar todos los aspectos de la vida coreana para que le sirvieran en el esfuerzo de la guerra. En 1942 la fuerza de trabajo era directamente reclutada o aislada. Los trabajadores coreanos se convirtieron en el capital humano movido de aquí para allá de acuerdo con los dictados de la expansión industrial y militar de Japón.

Cuando la guerra tomo dimensiones regionales y globales, la carrera militar se abrió por primera vez a los coreanos, con lo cual algunos pocos alcanzaron el status de oficial, y hubo escasez de fuerza laboral en todo el imperio. Esto significo para Corea que los puestos burocráticos estuvieran más disponibles para los coreanos que en tiempos anteriores. En consecuencia un conjunto sustancial de de cuadros coreanos obtuvo experiencia administrativa en el gobierno, las administraciones locales, la policía y el sistema judicial y otras instituciones gubernamentales importantes. También fue el lapso de tiempo más duro del dominio japonés.

En 1937 fue establecida la Liga Coreana para la Movilización General del Espíritu Nacional. Al año siguiente cuerpos de voluntarios especiales reunieron a los jóvenes para el servicio militar, mientras que la Asociación Anti-Comunista Coreana tenía filiales en todas las provincias. La participación en las discusiones “espirituales” anticomunistas se volvió compulsiva en los lugares de trabajo y en las escuelas. Los coreanos recalcitrantes, de izquierda, nacionalistas o intelectuales, tenían ideas impuras que eran arrancadas por métodos totalitarios de interrogación hasta que estaban listos para confesar sus pecados políticos por escrito y se unían a grupos de los que habían reformado sus pensamientos.

Después de Pearl Harbor se acelero la movilización general de la Esfera de Co-Prosperidad de la Gran Asia Oriental. Los japoneses querían principalmente que los coreanos fueran como obreros a Japón, al norte de Corea y a Manchuria dado que los esfuerzos de la guerra habían causado escasez de fuerza laboral en todas las industrias.

Al final de la guerra los coreanos constituían un tercio de la fuerza laboral en Japón y 136.000 coreanos, hombres y mujeres, trabajaban en minas, lo cual en Corea era considerado una muerte segura, dadas las extenuantes jornadas laborales de doce horas por día y la poca maquinaria disponible.

Las autoridades coloniales establecieron también cupos para movilizar a los trabajadores, incluyendo a las llamadas “chicas del placer”. Sin embargo, los coreanos ya no podían culpar solo a los japoneses de sus desgracias, dado que, y a causa de que los puestos burocráticos comenzaban a estar disponibles a la población coreana, el régimen se presentaba con frecuencia en la persona de un funcionario coreano.

El proceso de selección para la movilización era injusto y creaba divisiones, siendo la selección fortuita y dependiendo de los funcionarios locales y de la policía, coreanos casi exclusivamente. Las oficinas de movilización de fuerza de trabajo, por lo general localizadas en las estaciones de policía, escogían a los trabajadores entre la gente pobre y de los clanes desventajados: “estos funcionarios coreanos eran los hombres más odiados en sus comunidades.”

Así se entiende el verdadero horror de la cuestión de las “mujeres del placer”, ocultado por japoneses y coreanos: abrir la investigación sobre esta esclavitud sexual seria encontrar que muchas mujeres coreanas fueron movilizadas por hombres coreanos. Japón fracturó la psiquis de la nación coreana, enfrentando a los coreanos con los coreanos, con consecuencias que perduran hasta el presente.

La cultura coreana fue simplemente aplastada. A los coreanos se les exigió que hablaran japonés y adoptaran nombres japoneses. Incluso se los forzó a rendir culto en los altares shinto.

A pesar de toda esta actividad colonial, Corea seguía siendo en 1945 una sociedad fundamentalmente agraria. Más aun, era una en la que los terratenientes japoneses y coreanos mantenían relaciones con sus arrendatarios que no eran diferentes de las del siglo XIX. La mayoría de los campesinos, por su parte, siguieron siendo agricultores de subsistencia. Además cuatro de cinco eran arrendatarios, alquilando toda o parte de la tierra que trabajaban.

En este periodo la mayoría coreana sufrió mucho al mismo tiempo que a una minoría le iba bien. Esta minoría adquirió la mácula de colaboracionista y nunca más pudo quitársela.

Cuando el sistema colonial finalizo abruptamente en 1945, millones de coreanos buscaron regresar a sus aldeas nativas de las que habían sido apartados. Pero ya no eran los mismos: tenían resentimientos hacia los que no habían sido movilizados, habían sufrido pérdidas materiales y de status y habían entrado en contacto con nuevas ideologías y visto un mundo más amplio. Esta fue la olla a presión de la última década que libero en la Corea de posguerra una masa de gente transformada y descontenta, lo que trastorno el comienzo de la posguerra tanto como a los planes de los estadounidenses y soviéticos.

A pesar de que la Segunda Guerra Mundial termino con por lo menos 10.000 coreanos muertos aniquilados en Hiroshima y Nagasaki, este no fue el ultimo insulto al género humano de los líderes japoneses: después de la guerra los últimos sobrevivientes a la irradiación de los que nadie se ocupo fueron los coreanos, debido a las barreras raciales establecidas por Tokyo, y sin recibir tampoco ayuda del gobierno de Seúl, avergonzado de su existencia


 
 
 

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