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“¿Tres ideologías o una? La pseudobatalla de la modernidad, Wallerstein - Teoría de las RRII 2 - LOP

  • Foto del escritor: cecsprensa
    cecsprensa
  • 22 nov 2014
  • 8 Min. de lectura

Durante el siglo XIX surgieron tres grandes ideologías políticas, el conservadurismo, el liberalismo y el socialismo. Desde entonces, las tres han estado en lucha entre sí.

Dos generalizaciones acerca de esas luchas ideológicas.


  • Cada una de estas ideologías representa una respuesta al hecho de que después de la Revolución francesa se forjaron nuevas visiones colectivas, que dieron origen al sentimiento de que hacían falta estrategias políticas específicas para enfrentar una situación nueva.

  • Ninguna de las tres ideologías ha encontrado una forma definitiva. La mayoría cree que entre esas ideologías existen diferencias esenciales, pero existen desacuerdos sobre cuáles son esas diferencias. Ni siquiera hay acuerdo sobre cuantas ideologías diferentes hay. Hay teóricos que han sostenido que en realidad son dos, aunque también hay discusiones sobre el par al cual se debe reducir el trió.

El concepto de ideología ha sido percibido negativamente, como algo que había que rechazar o superar.

La modernidad en 5 preguntas

El autor realiza 5 preguntas, que representan un intento de comprender el concepto de modernidad y sus vínculos con el concepto de ideología:


  • ¿Cuál es la diferencia entre una ideología y una Weltanschauung (o visión del mundo)?

  • ¿Quién es el “sujeto” de una ideología?

  • ¿Cuál es la relación de las ideologías con el (los) estado(s)?

  • ¿Cuántas ideologías han existido en realidad?

  • ¿Es posible superar las ideologías? Es decir, ¿es posible operar sin una ideología?

Weltanschauung (visión del mundo) e ideología

La modernidad es la combinación de una realidad social particular y de un particular Weltanschauung , que han reemplazado, e incluso enterrado, a otro par, el antiguo régimen. El modo de que las personas dentro de la economía-mundo capitalista reaccionaron ante ese punto de inflexión y ante la enorme convulsión de la revolución francesa es u componente esencial de la historia cultural.

Así, el autor plantea la siguiente pregunta: ¿No podría ser útil por lo tanto pensar en las “ideologías” como una de las formas en que diferentes grupos enfrentaron esa nueva situación? En ese sentido una ideología no es en sí una Weltanschauung, sino más bien una respuesta entre otras al advenimiento de esa nueva Weltanschauung llamada modernidad. La primera reacción ideológica, una casi inmediata, tenía que venir de los que encontraban más profundamente chocante la modernidad, el culto del cambio y el progreso.

Surgimiento de las tres ideologías:

Conservadurismo Burke, Maistre y Bonald fueron los primeros en utilizar la denominación “conservadurismo”. La ideología conservadora era “reaccionaria” en el sentido inmediato de que era una reacción al advenimiento de la modernidad, y el objetivo que se proponía era en la versión dura invertir por completo la situación o en la versión sofisticada limitar los daños y postergar los cambios que se avecinaban.

Como todas las ideologías, el conservadurismo era un programa político. Los conservadores sabían que tenían que mantener o reconquistar el papel estatal, que las instituciones del estado eran los instrumentos que necesitaban para alcanzar sus metas.

Liberalismo La siguiente etapa fue la construcción del liberalismo, que se definió como lo opuesto al conservadurismo, con base en una “conciencia de ser moderno”. El liberalismo se ubico en el centro del terreno político, proclamándose universalista. Tratan de propagar sus ideas y de introducir su lógica en las instituciones sociales. Los liberales creían que el progreso, si bien era inevitable, no se podía alcanzar sin algún esfuerzo humano, sin un programa político.

Socialismo El socialismo fue la última de las tres ideologías en ser formulada. Antes de 1848 no se puede pensar que constituyera una ideología independiente. En realidad, lo que distinguía al socialismo del liberalismo como programa político y por lo tanto como ideología era la convicción de que para lograr el progreso hacía falta una gran mano amiga, sin la cual el proceso sería muy lento. El corazón del programa socialista, en suma, consistía en acelerar el curso de la historia.

En suma, se habían desarrollado tres posturas hacia la modernidad y la “normalización” del cambio: circunscribir el peligro lo más posible, alcanzar la felicidad de la humanidad lo más racionalmente posible; o acelerar el impulso hacia el progreso mediante una gran lucha contra las fuerzas que se le resistían vigorosamente. Es necesario observar que cada una de esas posturas se ubicaba en oposición a algo. Los conservadores en oposición a la Revolución Francesa, los liberales en oposición a los conservadores y los socialistas rechazaban al liberalismo. Ese tono esencialmente crítico y negativo en la definición misma de las ideologías es lo que explica por qué hay tantas versiones de cada una.

El “sujeto” de la ideología

Como en realidad las ideologías son programas políticos para conducirse con la modernidad, cada una necesita un “sujeto” o actor político principal: la cuestión de la soberanía. La revolución francesa planteo una posición contra la soberanía del monarca absoluto proclamo la soberanía del pueblo.

Este nuevo lenguaje de la soberanía del pueblo es uno de los grandes logros de la modernidad. Podría incluso haber habido acuerdo universal sobre el hecho de que el pueblo era soberano, pero desde el principio no hubo acuerdo sobre quien era “el pueblo”.

La posición menos equivoca era la de los liberales. Para ellos el “pueblo” era la suma de todos los “individuos”, quienes finalmente tienen todos los derechos políticos, económicos y culturales. El individuo es el “sujeto” histórico por excelencia de la modernidad.

El sujeto político Tres enigmas en torno de los cuales se ha organizado el debate


  • Se dice que todos los individuos son iguales. Pero, ¿es posible tomar literalmente esa afirmación? No, si se habla del derecho de tomar decisiones autónomas. Pero, una vez que existe la posibilidad de que otro juzgue si un individuo tiene capacidad para ejercer sus derechos, se puede designar como incapaces a otras categorías: los ancianos seniles, los imbéciles, los psicóticos, los criminales, los pobres, etc. No hay ninguna línea divisoria visible que separe a los que deben ser elegibles para el ejercicio de sus derechos de aquellos a quienes legítimamente se les puede negar ese ejercicio.

  • Aún si se limita la discusión a las personas socialmente reconocidas como “responsables” y por consiguiente legítimamente elegibles para el pleno ejercicio de sus derechos, es posible que el ejercicio de sus derechos por un individuo impida a otro hacerlo mismo.

  • Aún cuando todos los individuos elegibles para el pleno ejercicio de los derechos no infringieran jamás los derechos de otros ciudadanos, podrían no estar todos de acuerdo acerca de alguna decisión colectiva.

Se puede reconocer a los liberales el merito de haber por lo menos debatido extensamente esta cuestión de quién es el individuo a quien se le confiere la soberanía. En principio los conservadores y los socialistas también deberían haberla discutido, puesto que cada grupo proponía un sujeto muy diferente.

El sujeto político

Los conservadores, por su parte, dan prioridad a todos los grupos que puedan ser considerados “tradicionales” pero rechazan la identificación del conservadurismo con cualquier “totalidad” como actor político. Si los conservadores se negaban a dar prioridad al individuo como sujeto histórico a favor de los pequeños grupos calificados de tradicionales, los socialistas se negaban a dar prioridad al individuo a favor del gran grupo que es la totalidad del pueblo.

En suma, lo que ofrecían las tres ideologías no era una respuesta a la pregunta: ¿Quién es el sujeto histórico apropiado?, sino simplemente tres puntos de partida en la indagación de quien encarna la soberanía del pueblo: para los liberales, el llamado individuo libre, para los conservadores, los llamados grupos tradicionales, y para los socialistas, todos los miembros de la sociedad.

Las ideologías y el Estado

El pueblo como “sujeto” tenía su “objeto” primario al estado. Es dentro del estado donde el pueblo ejerce su voluntad, su soberanía. Sin embargo, desde el siglo XIX nos dicen que el pueblo forma una “sociedad”. ¿Cómo se puede conciliar estado y sociedad, que forman la gran antinomia de la modernidad?

Cuando se examinan los discursos de las tres ideologías en relación con esta pregunta, todas parecen estar de parte de la sociedad en contra del Estado.


  • Para los liberales más firmes era esencial mantener al Estado fuera de la vida económica y en general reducir su papel al mínimo (laissez faire, laissez passer).

  • Para los conservadores el aspecto aterrador de la Revolución francesa era no sólo su individualismo sino, y particularmente, su estatismo.

  • Para Marx y Engels “el ejecutivo del estado moderno no es sino un comité para la administración de los asuntos comunes de toda la burguesía.”

Sin embargo, esas visiones negativas del estado no impidieron que cada una de las tres ideologías se quejara de que ese estado, que era el objeto de sus críticas, estaba fuera de su control y según se decía en manos de sus opositores ideológicos. En realidad, cada una de esas ideologías tenía gran necesidad de los servicios del estado para promover su propio programa.


  • Los socialistas han sido atacados desde hace mucho tiempo por lo que se ha llamado su incoherencia; a pesar de su retórica antiestatista la mayoría de ellos siempre ha luchado por aumentar la actividad del estado.

  • Los conservadores, para luchar contra la actual decadencia de la sociedad, para restaurar la sociedad tal como eran antes, han tenido necesidad del estado. Siempre estuvieron dispuestos a fortalecer la estructura estatal en la medida necesaria para controlar a las fuerzas populares que presionaban por el cambio.

  • Los liberales estuvieron atrapados desde el comienzo en una contradicción fundamental. Como defensores del individuo y de sus derechos frente al Estado eran empujados en dirección al sufragio universal, única garantía de un estado democrático. Pero como consecuencia de eso el estado pasaba a ser el principal agente de todas las reformas tendientes a liberar al individuo de las constricciones sociales heredadas del pasado. Para los liberales, el Estado creaba las condiciones que permitían el florecimiento de los derechos individuales. Pero en todos los casos, en el fondo el estado estaba fortaleciéndose en relación con la sociedad, al tiempo que la retórica reclamaba exactamente lo contrario

¿Cuántas ideologías?

Toda esta confusión intelectual en torno al tema de la relación correcta entre el estado y la sociedad permite comprender por qué nunca ha habido seguridad de cuántas fueron las ideologías que surgieron en el siglo XIX. ¿Tres? ¿Dos? ¿O una sola? (La exanimación sobre concebirlas como 3 es la efectuada hasta entonces)

Ahora veamos cómo pueden reducirse a dos. En el período comprendido entre la Revolución francesa y las revoluciones de 1848, la lucha política era entre liberales y conservadores, mientras que los que se autodefinían radicales o jacobinos o republicanos o socialistas eran vistos como simplemente una variedad más militante de liberales.

Después de 1830 empieza a aparecer una distinción clara entre liberales y socialistas, que después de 1848 se hace muy profunda. Al mismo tiempo 1848 marca el comienzo de una reconciliación entre liberales y conservadores. Es esencial observar que después de 1848 los socialistas dejan de referirse a Saint-Simon. El movimiento socialista empieza a organizarse en torno a las ideas marxistas.

En esa misma época los conservadores empezaron a tomar conciencia de la utilidad de los reformistas para alcanzar los objetivos conservadores. Así también, los conservadores notaron su convergencia con los liberales en torno a la importancia de proteger a la propiedad

La consecuencia de las alianzas entre liberales y socialistas fue el surgimiento de una especie de liberalismo socialista. La consecuencia de las lianzas entre liberales y conservadores fue una especie de liberalismo conservador. En suma, lo que queda son dos formas de liberalismo.

Y en ese caso, ¿no sería justo concluir que desde 1789 sólo ha habido una ideología importante, el liberalismo, que ha desplegado su bandera en tres versiones principales?

La afirmación debe ser detallada en términos históricos.


  • 1789-1848: gran lucha ideológica entre un conservadurismo y un liberalismo en busca de la hegemonía cultural.

  • 1848-1914 (o 1917): período en el que el liberalismo dominó el escenario sin oposición seria, mientras el marxismo estaba tratando de constituir una ideología socialista como polo independiente si lograrlo del todo.

  • 1917-1968 (0 1989): representó la apoteosis del liberalismo en el nivel mundial.

¿Más allá de las ideologías?

¿Podemos ahora ir más allá de las ideologías, es decir, más allá de la ideología liberal dominante? Esta pregunta ha sido planteada desde la revolución mundial de 1968. Lo novedoso no es que reine la confusión acerca del significado y la validez del liberalismo, la gran ideología hegemónica de la economía-mundo capitalista: eso ha ocurrido siempre.

Lo nuevo es que por primera vez en su historia como ideología dominante desde 1848 el liberalismo, que en el fondo no es otra cosa que la modernidad, ha sido fundamentalmente cuestionado una vez más. El autor considera así que el liberalismo como proyecto político efectivo ya cumplió su función y está en proceso de derrumbarse bajo el impacto de la crisis estructural de la economía-mundo capitalista. Quizás esto no sea el fin de toda ideología. Pero ahora que ya no está tan claro que el cambio político sea necesario, inevitable y por consiguiente normal, ya no se necesita tener una ideología para enfrentar las consecuencias de esa creencia.


 
 
 

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