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"El giro constructivista: la teoría crítica después de la guerra fría, Chris Reus-Smith - Teoría de

  • Foto del escritor: cecsprensa
    cecsprensa
  • 22 nov 2014
  • 8 Min. de lectura

Introducción: La década del ’90 ha sido testigo de un nuevo enfoque constructivista en la teoría de las RI. Rechazando los preceptos racionalistas del neorrealismo (de aquí en más NR) y neoliberalismo (NL), los constructivistas avanzan hacia una perspectiva sociológica, enfatizando en la primacía de lo normativo sobre las estructuras materiales, el rol de la identidad en la constitución de los intereses y acciones y la constitución mutua de los agentes y estructuras. El impacto del constructivismo ha sido sustancial y no es ilógico sugerir que el eje mayor del debate actual es entre los constructivistas por un lado, y los racionalistas del neorrealismo y neoliberalismo por el otro. Este trabajo se centra en la relación entre el constructivismo y la teoría crítica del tercer debate.


La Teoría Crítica del Tercer Debate

La teoría crítica internacional tiene un amplio alcance, abarcando una variante moderna y posmoderna. Éstas se encuentran unidas por cuatro orientaciones intelectuales comunes (en contra de las dominantes teorías racionalistas del NR y NL):

→Epistemológicamente: Cuestionan la aproximación positivista para llegar al conocimiento y los intentos de formular afirmaciones verdaderas que son objetivas y comprobables empíricamente sobre el mundo natural y social.

→Metodológicamente: Rechazan la hegemonía de un método científico único, sosteniendo que existe una pluralidad de aproximaciones para crear conocimiento privilegiando estrategias interpretativas. →Ontológicamente: Desafían la concepción racionalista de la naturaleza humana y las acciones, enfatizando en cambio la construcción social de la identidad de los actores y la importancia de la identidad en la constitución de intereses y acciones.

→Normativamente: Condenan la teorización libre de valores negando su posibilidad y abogan por el desarrollo de teorías comprometidas explícitamente con la exposición y disolución de las estructuras de dominación.

Sin embargo, importantes diferencias separan a estas dos perspectivas críticas. Mark Hoffman distingue:

Perspectiva Moderna (interpretativismo crítico)

  • Rehúyen del radicalismo, adoptando una postura de “fundacionalismo mínimo”

  • Reconocen la naturaleza contingente del conocimiento y la conexión entre el poder y la moral, pero consideran necesario el uso de ciertos criterios para distinguir interpretaciones plausibles de las implausibles sobre la vida social y un mínimo consenso sobre ciertos principios éticos para una acción política emancipadora y significativa.

  • Se concentran en preocupaciones epistemológicas y normativas. Abogan por el conocimiento emancipatorio y una ética de liberación de las estructuras y procesos de dominación.

Perspectiva Posmoderna (interpretativismo radical)


  • Rechazan el fundacionalismo.

  • Denuncian los esfuerzos post-Ilustración para establecer una posición de observador puro (“Archimedean point”) desde la cual evaluar la validez de las afirmaciones analíticas y éticas, sosteniendo que esto silencia perspectivas y experiencias alternativas y producen y reproducen relaciones de dominación.

  • Rechazan la postura soberana de sentencia (emitir un juicio), a favor de la postura disidente del desenmascaramiento.

  • Se concentran en cuestiones epistemológicas y metodológicas. (castigan a los racionalistas del NR y NL por buscar leyes objetivas y empíricas a través de procedimientos metodológicos positivistas.)


El énfasis en cuestiones epistemológicas, metodológicas y normativas (por sobre las ontológicas) hizo que la teoría crítica del tercer debate se encerrara en sí misma, ocupándose principalmente de criticar el discurso dominante de las relaciones internacionales.

Un movimiento más allá de la crítica meta-teórica fue impedido por la suposición de que existe una relación estrecha entre el discurso de la teoría de las relaciones internacionales y la práctica de las relaciones internacionales post-1945. Frecuentemente se ha dicho que la teoría realista generó una lógica conceptual subyacente a la distribución del poder global y la autoridad post-1945. “Orden”, “balance” e “interés vital” se volvieron justificaciones egoístas para la intervención, para una carrera armamentista Este-Oeste e incluso el dogma anticomunista.

El Neorrealismo, como teoría racionalista dominante, no solo fue hegemónico en la estructuración de la teoría internacional sino que también racionalizó y estructuró la práctica de las relaciones internacionales.


Fuerzas de cambio En los últimos seis años, tres factores (que se refuerzan mutuamente) han impulsado la reorientación de la teoría crítica internacional:

1) La respuesta racionalista a la crítica realizada por los teóricos críticos: Keohane admite que muchos aspectos de las relaciones internacionales desafían los análisis racionalistas, concediendo que la postura de los teóricos críticos promete significativas observaciones en las bases intersubjetivas de las relaciones internacionales. Sin embargo, Keohane sostiene que los teóricos críticos han sido más adeptos a señalar lo que omiten las teorías racionalistas que a desarrollar teorías propias con contenido a priori.

2) El fin de la Guerra Fría: la disolución relativamente pacífica del bloque soviético y el subsiguiente colapso de la Unión Soviética, sacudió los cimientos de la teoría internacional con dos implicaciones específicas:


  • Ha minado la hegemonía explicativa de las teorías racionalistas dominantes, particularmente el neorralismo. El fin de la Guerra Fría fue una prueba crucial para la capacidad del neorrealismo para explicar el cambio. La búsqueda de leyes invariables redujo el conjunto de preguntas relevantes y condujo a un cierre prematuro que oscureció la dinámica del cambio sistémico.

  • El vínculo constitutivo que los teóricos críticos habían trazado entre el discurso dominante de la teoría de las relaciones internacionales y las practicas internacionales no era tan fuerte como muchos habían sugerido. El fin de la Guerra Fría demostró que su influencia constitutiva se extendió más allá de los límites de la disciplina. Esto obligó a los teóricos críticos a cambiar su foco desde la disciplina crítica hacia el análisis sustantivo.

3) El cambio generacional: inspirada por las ideas y avances del tercer debate, ha surgido recientemente una nueva ola de teóricos críticos. Forjando sus identidades intelectuales y académicas en los años 90, esta nueva generación se ha animado más por los desafíos analíticos del orden global que cambia rápidamente que por las peculiaridades epistemológicas, metodológicas y normativas de la teoría racionalista internacional. Gran parte de sus trabajos responden a la naturaleza de la época, centrándose en la dinámica del sistema y del cambio sistémico. Juntos, estos académicos han reorientado la teoría crítica con un énfasis en los interrogantes ontológicos.


El giro constructivista:

Esta segunda generación de teóricos críticos ha sido ampliamente etiquetada de “constructivistas”, en vistas de su preocupación característica por la construcción social del mundo político. Ellos avanzan con tres proposiciones ontológicas:


  • La primacía de las estructuras normativas sobre las estructuras materiales: constructivistas sostienen que los sistemas de significado definen cómo los actores interpretan su ambiente material. Por otro lado, hacen énfasis en la manera en que las identidades sociales de los actores dan forma a sus intereses y acciones. [estas identidades sociales están definidas por sistemas de significado institucionalizados].

  • Las identidades constituyen intereses y acciones: Neorrealistas y neoliberales tratan las preferencias como dadas y exógenamente determinadas. Los Constructivistas sostiene que entender cómo se construyen los intereses es la clave para explicar un rango más amplio de fenómenos internacionales que los racionales han malentendido o ignorado. Wendt dice que los “actores definen sus intereses en el proceso de definición de situaciones, a veces las situaciones no tienen precedentes en nuestras experiencias y por lo tanto debemos construir su significado y con base a ello nuestro interés”. Wendt apela a las identidades sociales de los Estados para comprender la práctica de la “autoayuda” en condiciones de anarquía.

  • Los agentes y las estructuras se constituyen mutuamente: a pesar del considerable poder constitutivo que se ha atribuido a las estructuras, los constructivistas insisten en que no existen independientemente de las prácticas conocibles de los agentes sociales. Es a través de la interacción recíproca que creamos las estructuras sociales relativamente duraderas y en términos de ellas definimos nuestras identidades e intereses (Wendt).

Al igual que la teoría crítica del Tercer Debate, el constructivismo toma formas modernistas y posmodernistas. Ambas corrientes defienden la investigación impulsada por interrogantes (Ej: problemas políticos o desafíos intelectuales). La diferencia entre ellas descansa, entonces, en el tipo de preguntas que se plantean: los posmodernistas se centran en las preguntas “cómo”, mientras que los modernistas se centran en las convencionales preguntas del “por qué”.

Los constructivistas modernos asumen dos formas principales:

Constructivismo de la Tercer Imagen

  • Acepta la tendencia de la teoría sistémica del neorrealismo.

  • Un claro ejemplo es el trabajo teórico de Wendt.

  • Wendt dice que la identidad del Estado da cuenta de sus intereses y por ende de sus acciones.

  • Sin introducir fuentes no sistémicas de la identidad del Estado (Ej: cultura política interna) en el proceso de estructuración, el constructivismo de la tercer imagen ofrece una concepción excesivamente estática del Estado y del Sistema Internacional, sin dar ninguna pista sobre cómo cambian los agentes y las estructuras.

Constructivismo de la Cuarta Imagen


  • Adopta una perspectiva más global incorporando fenómenos domésticos e internacionales.

  • Es una corriente más concreta e histórica.

  • Se centra en la dinámica del cambio internacional, lo que implica tratar las estructuras y procesos (tanto domésticos como internacionales) como dos caras o facetas de un único y global orden social. Esta partición la ven como un único constructo histórico.

  • Posee dos tipos de análisis del cambio internacional: uno centrado en los grandes cambios entre sistemas internacionales (Ej: cambio del sistema medieval hacia el sistema moderno a partir del principio de soberanía) y el otro centrado en los cambios dentro del sistema moderno (Ej: por qué el enfrentamiento de la Guerra Fría entre las dos superpotencias llevó al colapso de la Unión Soviética)

Los constructivistas posmodernos también han tomado dos formas, aunque la distinción no es tanto desde la perspectiva analítica como si lo es su enfoque empírico. En general, emplean el método genealógico de Nietzsche y Foucault para buscan identificar los accidentes, las pequeñas desviaciones, los errores y los cálculos defectuosos que dieron origen a esas “cosas” que siguen existiendo y tiene valor para ellos.

Muchos constructivistas posmodernos han girado su atención hacia la constitución de instituciones internacionales sobre asuntos específicos. SU objetivo es identificar el contenido de sus discursos y mostrar cómo cambian, para aclarar los principales puntos de discusión sobre las normas de comportamiento aceptables. El trabajo de Price sobre las armas químicas es un buen ejemplo de ello.


¿Comprometiendo la teoría crítica?

Esta sección final explora dos tensiones potenciales entre la teoría crítica de los años 80 y el constructivismo. 1er tensión: se refiere al grado en que los constructivistas pueden ser acusados de coquetear con las normas epistemológicas y enfoques metodológicos del positivismo. Los constructivistas han aceptado tres proposiciones generales:


  • Es posible realizar interpretaciones informadas sobre aspectos del mundo de la política.

  • Algunas interpretaciones son más posible de realizarlas que otras.

  • La prueba de posibilidad apropiada es el grado en que una interpretación representa fielmente la evidencia discursiva o material relevante.

No es de extrañar que los constructivistas modernos hayan aceptado directamente tales proposiciones. Lo que si sorprende es que los posmodernistas hayan hecho lo mismo, enfrentando sus interpretaciones contra las explicaciones convencionales y apelando al peso de las evidencias disponibles.

Sería difícil, considero, encontrar a un solo constructivista que adscriba a dichos cánones epistemológicos y metodológicos en espíritu o en práctica. Solamente adoptando una absurda y expansiva concepción del positivismo, abarcando todas las interpretaciones empíricamente informadas, se podría acusar a los constructivistas de abrazar los principios positivistas.


2da tensión: se refiere a si los constructivistas continúan manteniendo o no sus fuertes compromisos normativos con la teoría crítica del tercer debate.

Ellos han contribuido al más amplio proyecto emancipatorio de la teoría crítica. De hecho, las investigaciones más innovadoras y profundas han venido de los constructivistas. Aunque los constructivistas hayan reorientado la teoría crítica alejándola de la crítica epistemológica, metodológica y normativa a las teorías racionalistas dominantes, no han violado sus compromisos intelectuales con la teoría crítica.

Dos cosas, sugiero, son necesarias para preservar la integridad crítica del constructivismo. Primero, los constructivistas deben mantener un alto grado de reflexividad. Deben reflexionar de manera crítica la relación entre sus investigaciones actuales y los preceptos epistemológicos y metodológicos del Tercer Debate. Segundo, necesitan comprometerse consciente y sistemáticamente con los teóricos críticos que están actualmente explorando las bases normativas de formas no-excluyentes de la comunidad política.


Observaciones finales

Este trabajo identifico dos fases en la evolución de la teoría crítica internacional: la primera enfocada en los cimientos meta-teóricos de la teoría de las relaciones internacionales, la segunda en los análisis sustantivos de la política mundial. He tratado de identificar un cambio general en la orientación de la teoría crítica; explicar por qué cambió y considerar si los constructivistas violan alguno de los preceptos epistemológicos, metodológicos y normativos de la teoría crítica.

La teoría crítica luego del giro constructivista plantea un desafío mucho mayor para las teorías internacionales racionalistas de lo que lo hizo la teoría crítica del tercer debate.

El giro constructivista abre nuevas vías de compromiso productivo entre los teóricos de las relaciones internacionales y los más empíricamente inclinados. Además, desafía a los académicos australianos y británicos a repensar la naturaleza de la contribución académica norteamericana.

El racionalismo puede seguir siendo dominante, pero la teoría crítica ya no está en los márgenes.


 
 
 

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