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"Teoría Social de las Relaciones Internacionales, Wendt - Teoría de las RRII 2 - LOPEZ CANELLAS"

  • Foto del escritor: cecsprensa
    cecsprensa
  • 22 nov 2014
  • 17 Min. de lectura

Capítulo 1: Cuatro Sociologías de la Política Internacional.

Se ha vuelto común describir a la política internacional como “socialmente construida”. Los estudiantes de las políticas internacionales han aceptado ampliamente dos premisas básicas del “constructivismo”: (1) que las estructuras de la asociación humana están determinadas en primer lugar por ideas compartidas antes que por capacidades materiales y (2) que las identidades y los intereses de los actores son construidas por estas ideas compartidas y no surgen naturalmente de antemano. La primera premisa representa la aproximación “idealista” a la vida social, y es en el énfasis en el intercambio de ideas donde es “social” en una manera que se opone al énfasis de la mirada “materialista” en la biología, la tecnología o el medio ambiente. La segunda premisa es una aproximación “holista” o “estructuralista”, que se contrapone a la mirada “individualista” de que las estructuras sociales pueden reducirse a lo individual. De allí que el constructivismo puede ser visto como un “idealismo estructural”.

La versión de constructivismo que Wendt defiende es una postura moderada que se apoya en la sociología estructuralista y el interaccionismo simbólico.

El lado social del sistema internacional está dado por las leyes y normas que gobiernan las políticas domesticas, y por la autoayuda y la coerción que rigen sobre la política internacional. En el lado de la construcción, mientras que la dependencia de los individuos a la sociedad les hace reclamar que sus identidades son construidas por una sociedad relativamente incontrovertida, los actores primerias de la política internacional, los estados, son mucho más autónomos del sistema internacional en el cual se hallan inmersos. El problema subyacente es que la estructura social del sistema internacional no es muy gruesa o densa, lo que parece reducir sustancialmente la porción de los argumentos constructivistas.

La mainstream académica de las RRII en la actualidad acepta estas conclusiones individualistas y materialistas sobre el sistema de estados. Lo que domina es la Teoría de la Política Internacional de Walt, donde priman los argumentos del Neorrealismo, el cual combina una aproximación microeconómica del sistema internacional (individualismo) con el énfasis del Realismo Clásico en poder e interés (materialismo).

Partiendo de la teoría constructivista existente, Wendt propone analizar las cuestiones desde dos niveles: el nivel de base o las preguntas de segundo orden sobre qué hay y cómo podemos explicarlo o comprenderlo (ontología, epistemología y método) y el nivel sustantivo, dominio específico, o preguntas de primer orden.

Las preguntas de segundo orden son preguntas de teoría social. La teoría social trata sobre las premisas fundamentales de la investigación social: la naturaleza de la agencia humana y su relación con las estructuras sociales, el rol de las ideas y las capacidades materiales en la vida social, la propia formación de las explicaciones sociales, entre otros. Estas preguntas ontológicas y epistemológicas pueden ser preguntadas sobre cualquier asociación humana, no sólo de la política internacional, por lo que las respuestas no explican particularmente la política internacional. Esas premisas tienen una importancia particular porque nadie es capaz de “ver” al Estado o al Sistema Internacional. La política internacional no se presenta directamente a los sentidos, por lo que las teorías de la política internacional generalmente son disputadas sobre la base de la epistemología y la ontología.

Las teorías sociales no son teorías de la política internacional. Pueden ayudar a explicarla, pero su contribución es indirecta.

Las conclusiones básicas del argumento de Wendt están en contradicción con el Neorrealismo, en parte por su diferencia ontológica o de intenciones de segundo orden. Las cuestiones materialistas e individualistas llevan a Waltz a concluir que la anarquía hace a la política internacional necesariamente conflictiva, en un mundo de “auto-ayuda”. Las cuestiones idealistas y holistas llevan a Wendt a la conclusión de que “la anarquía es lo que los estados hacen de ella”.

La pregunta central es: dada una preocupación similar a la de Waltz, por ejemplo, la explicación y teoría sistémica del estado, pero una ontología diferente, ¿cuál es la teoría de política internacional resultante?

El libro de Wendt trata de “teoría social” en general y, más específicamente, sobre una teoría más “social” de la política internacional, que la que plantean el Neorrealismo o el Neoliberalismo.


El proyecto sistémico del Estado.

El Constructivismo no es una teoría de política internacional. Los constructivistas nos animan a mirar como los actores están construidos socialmente, pero no nos dice que actores estudiar o dónde se construyen.

El “proyecto sistémico del Estado” refleja una serie de elecciones dentro de un amplio campo de posibilidades. Sus unidades son los Estados, en oposición a actores no estatales, como los individuos, movimientos sociales transnacionales o corporaciones multinacionales. El nivel de análisis que intenta explicar el comportamiento de estas unidades es el sistema internacional, en oposición con la personalidad de quienes deciden la política exterior o la estructura de políticas domésticas.

No hay duda de que la premisa sobre el proyecto sistémico del Estado modela significativamente, y limita, las ideas sobre las políticas mundiales.

-Estatocentrismo.

La regulación de la violencia es uno de los problemas centrales del orden en la vida social, tanto por la naturaleza de la tecnología de la violencia, por quien la controla y por cómo es usada, lo que afecta profundamente otras relaciones sociales. Si bien en la actualidad el poder está en todos lados, sus formas varían en importancia, y el poder de comprometerse con la violencia organizada es uno de los más básicos. Cómo se distribuye y cómo se regula es un problema crucial. Este es el aspecto que a Wendt le interesa tratar. Ya que el Estado es una estructura de autoridad política co el monopolio del uso legitimo de la violencia organizada, cuando se habla de la regulación de la violencia internacional, son los Estados quienes tienen la última palabra.

Aunque los Estados no han dominado siempre la regulación de la violencia, han podido mantener el monopolio de la misma, enfrentando a mercenarios y piratas en el siglo XIX, así como a terroristas y guerrillas en el siglo XX.

La premisa de Wendt es que ya que los Estados son la forma dominante de subjetividad en la política mundial contemporánea, esto significa que deben ser la unidad de análisis primaria en las reflexiones sobre la regulación global de la violencia.

“Estatocentrismo” no elude la posibilidad de actores no estatales, si es que otro tipo de unidades domesticas o transnacionales tienen influencia en como los Estados se relacionan con la violencia organizada. “Estatocentrismo” no significa que la explicación sobre paz y guerra empieza y termina con los Estados, o que los Estados son el punto más importante de esos acontecimientos. El punto es sencillamente que los Estados aun son el principal medio por el cual se canalizan los efectos de otros actores para regular la violencia. Los actores no estatales se están volviendo más importantes que los Estados para iniciar el cambio, pero el cambio sistémico ocurre últimamente a través de los Estados.

Este foco estatocentrista no es políticamente inocente.

Para los críticos de las RRII, esquematizar teorías estatocéntricas es conceder mucho de política internacional al Neorrealismo. Wendt propone ver como las teorías estatocéntricas de las RRII pueden generar miradas que ayuden a mover al sistema internacional de la ley de la selva hacia el gobierno de la ley. Pero ello simplemente significa que las teorías estatocéntricas de las RRII solo pueden ser uno de los elementos de una agenda mucho más grande y progresiva, y no un único elemento en sí.

-Teoría sistémica.

Los Estados raramente están aislados entre sí. En el sistema estatal contemporáneo, los Estados reconocen mutuamente su derecho a la soberanía, por lo que el “proyecto” estatocéntrico contiene un esfuerzo no sólo por reproducir su propia identidad, sino también la del sistema del que forman parte. Wendt se interesa por la estructura y los sistemas de efectos de Estados (o sistema internacional), lo que significa que adopta para su estudio una teoría “sistémica” de las RRII. Por ello aclara que es importante distinguir dos sentidos en los que una teoría puede ser considerada “sistémica”: cuando el sistema internacional es una variable dependiente y cuando es una variable independiente. El argumento de Wendt es sistémico en ambos sentidos. Una teoría es sistémica en el sentido de variable dependiente cuando toma como objeto de su explicación patrones de comportamiento estatal en el nivel agregación o población, por ejemplo, “sistema de estados”. Esto es, en términos de Waltz, una “teoría de política internacional”. Esta postura no reconoce las identidades e intereses de los Estados involucrados. La segunda, la variable independiente, es el sentido que normalmente llama a las teorías de RRII sistémicas. De acuerdo a Waltz, una teoría es “sistémica” (o “estructural”) cuando pone énfasis es el poder causal de la estructura del sistema internacional para explicar el comportamiento del Estado. Esto las diferencia de las teorías “reduccionistas” (Waltz), las cuales hacen énfasis en el nivel unitario y factores como la psicología de quienes toman las decisiones o políticas domesticas. Las teorías sistémicas explican la política internacional a través de la “estructura” del sistema internacional, mientras que las teorías reduccionistas los hacen desde las propiedades e interacciones de los “agentes” (estados).

Siguiendo la línea de Waltz, Wendt desarrolla una teoría sistémica en oposición a la visión reduccionista. Sin embargo, argumenta que es imposible que las estructuras tengan efecto mas allá de sobre los atributos y las interacciones de los agentes. El debate entonces no es entre teorías “sistémicas” con énfasis en la estructura, y “reduccionistas” con énfasis en los agentes, sino entre diferentes teorías de la estructura del sistema y de cómo la estructura se relaciona con los agentes.

La teoría sistémica, de cualquier tipo, asume que niveles de análisis domésticos, unitarios o sistémicos pueden ser separados. Sin embargo, la cuestión está en ir más allá de los niveles de análisis.

En el sistema internacional contemporáneo, la autoridad política se organiza formalmente de dos maneras: vertical dentro de los estados (jerarquía) y horizontal entre ellos (anarquía). Esta dupla surge en parte de la naturaleza de los estados y en parte de la soberanía como institución internacional, en donde los estados se reconocen su autoridad política exclusiva sobre territorios separados. Mientras que el estado político global se organiza de esta manera, los estados se comportan de manera diferente entre sí, que como lo hacen con sus poblaciones. Al interior, los estados están atados a una estructura de reglas que mantiene vigente su poder sobre la sociedad. Hacia afuera, están atados a una serie diferente de reglas: la lógica (o múltiples lógicas, como desarrollará luego Wendt) de la anarquía.

Aunque se acuerde que los niveles unitario y sistémico pueden ser separados, todavía queda la pregunta de si la política del sistema internacional es un dominio aparte. Los Estados son el centro de cualquier sistema internacional, ya que constituyen entidades distintivas sin las cuales, la definición “inter”nacional del sistema no podría existir. En los últimos dos siglos, y especialmente desde la 2GM, sin embargo, el sistema internacional ha experimentado cambios sustanciales en la diferenciación institucional, primero en las esferas política y económica y más recientemente, y discutiblemente, en una esfera naciente de sociedad civil global. La transposición de esta estructura al nivel global está lejos de ser completa, pero ya está transformando la naturaleza de la vida internacional.

En suma, el proyecto sistémico de estados asume que su objeto puede estudiarse de manera relativamente autónoma de otras unidades y niveles de análisis del mundo político.

-Neorrealismo y críticas.

En principio existen varias teorías sistémicas. Una de las cuestiones básicas que las divide en la forma en que conceptualizan la “estructura del sistema”.

El Neorrealismo tiene en su aproximación tres cuestiones clave. Más allá de su estructuralismo, Waltz puede ser considerado en realidad un individualista. Esto se manifiesta claramente en su analogía a la teoría neoclásica microeconómica. Los estados son comparados con empresas y el sistema internacional a un mercado en el cual compiten los estados. Más aun, Waltz hace énfasis en los efectos feedback de la estructura internacional en los agentes estatales: la competencia elimina a estados que actúan débilmente y el sistema internacional socializa a los estados para que se comporten de determinada manera.

Una segunda característica del estructuralismo neorrealista es el materialismo: la estructura del sistema internacional se define como la distribución de capacidades materiales en un contexto de anarquía. Finalmente, Waltz busca alejar su teoría del novel unitario, donde ve que el proceso de interacción entre estados debe ser estudiado por el nivel unitario antes que por el nivel sistémico.

Individualismo, materialismo y la negación de interacción forman el centro del estructuralismo neorrealista, y para la mayoría en RRII estos simplemente “es” lo que la teoría estructural de la política internacional ha de ser. Sin embargo, es importante mencionar tres críticas a esta visión:

1) El neorrealismo solo acepta la posibilidad de cambio estructural solo como transiciones en la distribución de poder de uno a otro. Pero el cambio estructural que ven los críticos ha de ser social antes que material, es decir, el paso del feudalismo a la modernidad, el fin de la guerra fría, el auge de la paz entre democracias, y otros más.

2) La teoría neorrealista de la estructura es poco específica como para formular hipótesis falsables.

3) Es dudoso que el neorrealismo explique adecuadamente incluso “el pequeño número de grandes e importantes cosas” que proclama. Especialmente el poder político y el balance de poder, que según Waltz son explicadas meramente por la formación estructural de la anarquía.

Estos y otros problemas han contribuido a expandir la idea de crisis en el proyecto sistémico. Así mismo, políticas individuales y domésticas pueden ser causas importantes de política exterior, pero ignoradas por las estructuras sistémicas, que asumen que los estados son entidades autistas, lo cual no es usualmente cierto. Esta primera respuesta cambia el sujeto de análisis antes que enfrentar el problema.

Una segunda respuesta puede ser llamada reformista: amplia el neorrealismo para incluir más variables, sin cambiar sus asunciones central sobre la estructura del sistema.

Post-waltzianos y Neoliberales comparten una premisa básica: la definición de Waltz de estructura. Post-waltzianos se desprenden de las analogías microeconómicas, pero no abandonan las premisas materialistas. Los neoliberales explotan las analogías microeconómicas, aminorando esas asunciones, pero no abandonan tampoco el materialismo. Aceptan que las “ideas importan”, pero no ven al poder ni al interés como efectos de las ideas.

Sería útil considerar si los esfuerzos por reformar el neorrealismo coinciden con el “núcleo duro” del programa de investigación neorrealista. Básicamente se intuye que el problema en el proyecto sistémico de estados yace actualmente en el concepto neorrealista de estructura y teoría estructural, por lo que se necesita una reorganización conceptual total. Específicamente en tres cuestiones:

1) Reconceptualizar de qué está hecha la estructura internacional. Para Wendt, está hecha de lo que Waltz niega: fenómenos sociales antes que materiales. Esto lleva a una visión idealista de la estructura, como lo es “la distribución del conocimiento” o “ideas en todo el camino”. Esto no significa que el poder y el interés material no son importantes, sino que sus medios y efectos dependen de la estructura social del sistema, y específicamente en cuál de las tres “culturas” de anarquía domine - Hobbesiana, Lockeana o Kantiana.

2) El giro sociológico à significa argumentar que las identidades e intereses de los estados son construidos por el sistema internacional, que puede ser visto como un enfoque económico de estructura. Si se toma una postura holista de la estructura, pueden verse dos aspectos de construcción del estado que el enfoque individualista ignora: los modos en que las identidades de los estados, y no su comportamiento, son afectadas por el sistema internacional, y los modos en que estas identidades son constituidas antes que causadas por el sistema.

3) Interacción o proceso es una preocupación propia de la teoría sistémica. La peculiaridad del proyecto sistémico no están en su independencia de las propiedades del nivel individual, sino en su preocupación por los efectos sobre como las relaciones internacionales se estructuran, lo que no puede ser explicado por teorías que traten a los estados como autistas.

Estas tres cuestiones son un intento de repensar la teoría ontológica dominante de la estructura internacional.


Un mapa de la teoría estructural.

Wendt ve diferentes formas de teoría estructural de las RRII a la luz de los dos debates de la teoría social. Uno es sobre si las estructuras son materiales o sociales, y el otro sobre la relación entre estructura y agentes.

-Cuatro sociologías. (Materialismo/Idealismo - Individualismo/Holismo)

Wendt identifica pares sociológicos de estructura. El primer par es el material-idealista, donde prima el debate sobre la importancia relativa de las fuerzas materiales y las ideas en la vida social. Los materialistas creen que el hecho más fundamental sobre la sociedad es la naturaleza y organización de las fuerzas materiales. A menos cinco factores materiales son recurrentes en el discurso materialista: (a) naturaleza humana; (b) recursos naturales; (c) geografía; (d) fuerzas de producción; y (e) fuerzas de destrucción. La hipótesis materialista es que las fuerzas materiales como tales (en bruto) conducen a las formas sociales. En cambio, los idealistas creen que el factor fundamental de la sociedad es la naturaleza y estructura de la conciencia social (que Wendt después llama distribución de ideas/conocimiento). A veces esta estructura es compartida por los actores en la forma de reglas o instituciones, y a veces no. De cualquier manera, la estructura social es válida de varias maneras: constituyendo identidades e intereses, ayudando a los actores a encontrar soluciones comunes a los problemas, definiendo expectativas de comportamiento, constituyendo amenazas, entre otras. Dado que el término “idealismo” también refiere a una teoría de política internacional, debe mencionarse que idealismo en la teoría social no es lo mismo que Idealismo en las RRII. No es una visión normativa de cómo debería ser el mundo, sino una visión científica de cómo es. El idealismo es tan realista como el materialismo. Además no asume que la naturaleza humana es inherentemente buena o que la vida social es inherentemente cooperativa. Tampoco asume que las ideas compartidas no tienen realidad objetiva: las estructuras sociales no son menos que las materiales. Menos aun asume que el intercambio social es fácil o posible en un contexto social dado. Finalmente, no pretende que poder o intereses no sean importante, pero apunta a que sus medios y efectos dependen de las ideas de los actores. Materialistas e idealistas tienden a entender de diferente manera el impacto de las ideas. Materialistas privilegian las relaciones, efectos y preguntas CAUSALES. Los idealistas, relaciones, efectos y preguntas CONSTITUTIVAS. En una relación causal, la condición antecedente “x” genera el efecto “y”. Se asume que “x” es temporalmente anterior y por ende existe de manera independiente a “y”. En una relación constitutiva, “x” es lo que es en virtud de su relación con “y”. “x” presupone a “y” y no hay disyunciones temporales, su relación es necesaria antes que contingente. Los efectos causales y constitutivos son diferentes pero no mutuamente excluyentes.

Estas definiciones a grandes rasgos de materialismo e idealismo constituyen el núcleo duro de programas de investigación alternativos, ontologías o “sociologías”.

El segundo debate refiere a la relación entre agentes y estructuras. Individualismo y holismo son las dos respuestas principales. Ambas reconocen el rol explicativo de la estructura, pero desacuerdan sobre su estatus ontológico y sobre cuán profundo van sus efectos. El individualismo sostiene que las explicaciones científicas sociales deben reducirse a las propiedades e interacciones de individuos que existen por separado. El holismo, en cambio, sostiene que los efectos de las estructuras sociales no pueden reducirse a agentes independientes e individuales y sus interacciones, y que estos efectos incluyen la construcción de agentes tanto en sentido causal como constitutivo. El desacuerdo entre individualistas y holistas se vuelve importante cuando se considera qué estructuras “construyen” agentes. Decir que una estructura “limita” a los actores equivale a decir que tiene efectos en su comportamiento. Decir que una estructura “construye” a los actores equivale a decir que tiene efectos de propiedad. El individualismo tiende a ser asociado con efectos causales del comportamiento, pero Wendt argumenta que puede ser compatible con más posibilidades y cuestiones estructurales. Aun así, son los holistas y no los individualistas quienes han sido más activos en teorizar sobre la construcción causal de agentes.

El foco restringido de la teoría racionalista ha sido objeto de crítica holista sobre el individualismo. Aun así, el individualismo sigue siendo compatible con una teoría de cómo las estructuras provocan las características de los agentes. Lo que se descarta es la posibilidad de que las estructuras sociales tengan efectos constitutivos en los agentes, ya que esto significaría que las estructuras no pueden ser reducidas a las propiedades o interacciones de individuos. La posibilidad constitutiva es distintiva de la hipótesis holista.

Esta cuestión, y la distinción entre comportamiento y propiedad, pueden ayudar a esclarecer la confusión en las RRII sobre el carácter de la teoría de Waltz, vista como estructuralista por algunos e individualista por otros. Waltz argumenta que el sistema internacional selecciona y socializa a los Estados para volverlos similares. Este es un argumento de construcción, donde no solo l comportamiento del estado, sino de también sus propiedades son vistas como efectos de la estructura internacional. Sin embargo, los efectos a los que Waltz apunta son causales antes que constitutivos, lo que vuelve a su enfoque individualista.











-Ubicando teorías internacionales.

El gráfico al lado propone un esquema sobre las diferencias de segundo orden en las RRII, que son consideradas “estructurales”. Cada sociología constituye el centro ontológico de un programa de investigación que monopoliza la teoría en la porción del espectro que ocupa, lo que favorece la dicotomización de cada dimensión.

Wendt sugiere donde podrían ubicarse en la escala las distintas teorías de política internacional, incluyendo su propia teoría holista.


Teorías materialistas e individualistas:

-Realismo clásico (supuesto de que la naturaleza humana determina el interés nacional).

-Neorrealismo (asume que la estructura solo regula el comportamiento, pero no construye identidades).

-Neoliberalismo (comparten el enfoque del neorrealismo, pero le dan a la superestructura internacional un rol autónomo).


Teorías materialistas y estructuralistas:

-Neorrealismo (por el énfasis que hace en la producción de unidades similares),

-Teoría del Sistema-mundo (ya que enfatiza las relaciones antes que las fuerzas de producción).

-Marxismo neogramsciano (a pesar de que tiene en cuenta el rol de la ideología, se mantiene firme sobre las bases materiales).


Teorías que afirman que la identidad y los intereses de los estados con construidas por políticas domesticas pero con una visión más social de la composición de la estructura del sistema internacional:

-Liberalismo (énfasis en el rol de factores domésticos que modelan los intereses del estado, dentro de los límites que ponen las instituciones del nivel sistémico).

-Neoliberalismo (énfasis en el rol de las expectativas antes que el poder o el interés).


Teorías que consideran que hay un conocimiento común y que esto afecta tanto al comportamiento del estado pero también a su identidad e intereses:

-La Escuela Inglesa (considera que el sistema internacional está gobernado por normas comunes a los estados).

-La Sociedad Mundial (foco en el rol de la cultura global para la construcción de los estados).

-Postmodernistas (introducen la teoría constructivista a las RRII, son críticos del materialismo y el racionalismo).

-Feminismo (argumentan que las identidades de los estados se construyen con categorías de género tanto a nivel nacional como global).


El argumento de Wendt ingresa también en esta última categoría.






-Tres interpretaciones:

Tras colocar a las teorías de las RRII en este esquema, Wendt procede buscando responder cuáles son las preguntas de segundo orden. Para ello propone un acercamiento desde tres perspectivas: metodológica, ontológica o empírica.

  • Diferencia metodológica.

Respecto a esta interpretación, Wendt ve que aunque las preguntas y los métodos no determinan la teoría sustantiva, no son siempre tan inocentes como parece. Hay al menos dos maneras en las que las preguntas o métodos del investigador pueden afectar el contenido o la teorización de primer orden, particularmente si las preguntas elegidas llegan a dominar cierto campo. En el primer camino, al tomar las identidades e intereses como dados, se afecta el debate en cuanto a la importancia de las ideas y las fuerzas materiales. El segundo peligro es que la metodología se puede transformar en una ontología tácita, al condicionar como se piensa sobre el mundo, la exogeneidad de una teoría es tácitamente transformada en premisas que vuelven a esa exogeneidad la realidad.

En conclusión, las diferencias metodológicas legitimas pueden generar conclusiones sustantivamente diferentes, lo que se refleja en la dependencia de la teoría hacia la metodología, y como ello se ve afectado por las corrientes de la mainstream cundo se analiza el material producido y se ve cuáles son las cuestiones que se estudian y cuáles no.

  • Diferencia ontológica.

Las cuestiones ontológicas son fundamentales al momento de ver cómo pensamos y cómo deberíamos pensar acerca de la vida internacional, y es notable que los académicos de las RRII de la actualidad sean poco conscientes sobre ellos.

Diferentes ontologías tienen generalmente diferentes implicaciones al ver qué observamos en el mundo. La evidencia empírica en contra de estas ontologías no siempre es decisiva, ya que puede argumentarse que el problema yace en la forma en la que se pone a prueba la teoría, antes que en la ontología subyacente a la misma. El hecho de que las diferentes ontologías sean inconmensurables, no debería ser usado como excusa para evitar las comparaciones. El debate ontológico es necesario, pero también se deben buscar maneras de trasladarlo a proposiciones que puedan tener correspondencia empírica.


  • Diferencia empírica.

Dos cuestiones empíricas están en el debate entre racionalistas y constructivistas. La primera es hasta donde son las identidades e intereses de los estados construidos por estructuras domesticas o estructuras sistémicas. La segunda es hasta qué punto son las identidades e intereses de los estados constantes. Responder estas preguntas requeriría un programa extensivo de construcción teórica e investigación empírica, que no es el objetivo de Wendt. El punto que quiere dejar en claro es que estas preguntas son útiles para las RRII porque son compatibles con una búsqueda sustantiva, en una manera en que los debates ontológicos no lo son.


-Epistemología y la “vía media”.

Finalmente, el objetivo de Wendt es encontrar una “vía media” en el Tercer Debate, que reconcilie a las posiciones ontológicas y epistemológicas. Los argumentos detrás de esta búsqueda son que los que realmente importa es “lo que existe” antes que “cómo lo conocemos” y que la ciencia debería ser dirigida por las preguntas antes que por los métodos, por lo que la importancia de las preguntas constitutivas está en el rol social que crean para los métodos interpretativos.


 
 
 

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